Diethell Columbus

Reforma electoral: humo blanco o puro humo

Reforma electoral: humo blanco o puro humo
Diethell Columbus
18 de abril del 2017

Reflexiones sobre ajustes necesarios a leyes de elecciones

En los últimos años se han aprobado ciertas reformas político-electorales (si es que así se les puede denominar) cuya finalidad fue más efectista que efectiva, pues lo cierto es que se ha legislado pensando en la tribuna o para favorecer intereses particulares o partidarios en lugar de solucionar los problemas de fondo. Prueba de ello sería la demagógica reforma constitucional para prohibir la reelección de autoridades regionales y locales so pretexto que con ello se pondría coto a la corrupción en dichas instancias de gobierno. Hoy en día no hay reelección y la corrupción a nivel subnacional no ha decrecido, por el contrario, pareciera que se ha intensificado.

Otro ejemplo de lo que no se debe hacer es la famosa Ley 30414 promulgada el año pasado en pleno proceso electoral. Dicha norma aprobó, entre otras cosas, que cualquier agrupación (que estimaba que no superaría la valla electoral) pueda retirarse de la contienda sin perder su registro partidario; lo cual no solo fue una burla para el electorado, sino que además complicó el desarrollo mismo del proceso electoral y si a eso le sumamos el cuestionable procedimiento para la exclusión de candidatos por la entrega de dádivas, la situación se vuelve un verdadero desmadre.

Reitero lo que alguna vez he señalado; el problema de aprobar reformas en este ámbito, es que estas tienen incidencia directa sobre los intereses particulares de aquellos que deben aprobarlas y es por ello que hasta ahora no se ha podido plantear algunos temas importantes como el uso de propaganda comercial con fines políticos, la tipificación penal de infracciones electorales con especial énfasis en financiamiento de campañas o como mejorar los mecanismos de democracia interna con supervisión obligada de los entes electorales, entre otros temas urgentes. En pocas palabras, el principal obstáculo de la reforma político electoral es el “reformador”.

Quizá pecando de ingenuos, más de uno imagino (me incluyo) que con este nuevo Congreso las cosas mejorarían, al menos en lo que respecta a la calidad de las propuestas que se plantearían. El tiempo ha confirmado que, salvo honrosas excepciones, estamos frente a más de lo mismo y es una lástima sinceramente. Si revisamos el combo de normas electorales que se han propuesto, hay algunas cuyo sustento es demagógico, otras que son inviables para realidades como la nuestra y otro grupo que están cargadas de buenas intencionadas pero de ahí no pasan.

Ejemplo del primer grupo, podría ser el proyecto de reforma constitucional que proponía que los electores peruanos que residen en el extranjero tengan sus propios parlamentarios en la Asamblea Nacional. Hasta ahí estamos de acuerdo con la propuesta, sin embargo, la exposición de motivos de esta iniciativa relata que con esta medida se solucionarían los problemas migratorios y laborales de nuestros compatriotas en el extranjero. De lo anterior resulta evidente que este sustento es una falacia e incluso evidencia el desconocimiento de las competencias propias de un congresista. Populismo puro como dirían algunos.

Otra iniciativa peculiar fue aquella que bautizamos como la elección del premio consuelo. Con esta moción de reforma constitucional cada ciudadano tendría la opción de emitir dos votos para elegir al Presidente de la República. Me explico. Si yo quisiera que gane el candidato “A” le confío mi voto a éste, pero además tengo que ponerme en el escenario que si “A” no obtuviese los votos necesarios para ganar en primera vuelta, tengo la opción de votar por “B” o “C” o “D”. Reitero la pregunta que hice sobre este tema: ¿Podemos darnos el lujo de tener un presidente que resulte elegido bajo el sistema de la “boliyapa”? Yo creo que no.

En el tercer grupo tenemos aquellas propuestas que, por ejemplo, buscan prohibir que los capitales extranjeros financien campañas electorales, es decir, no queremos otros Odebrecht o similares (la idea es vendedora sin lugar a dudas). No obstante, cabe resaltar que pese a que este proyecto tiene la mejor de las intenciones, lo real es que cualquiera puede eludir la restricción planteada usando un testaferro peruano y listo. ¿Ayudó en algo esta restricción? No.

Así las cosas, queda claro que el grupo de trabajo parlamentario encargado de trabajar una propuesta de reforma político-electoral (con el concurso de los profesionales que los asesoran, junto a los entes electorales de nuestro país), tienen un trabajo más que complicado para sacar adelante este proceso de reforma político electoral, sobre todo si se tiene en consideración la calidad de insumos que se han aportado hasta el momento.

Esperamos que se disipe la fumata y dentro de poco podamos decir “Habemus Reforma”.

Por: Diethell Columbus

Diethell Columbus
18 de abril del 2017

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