¿Post-extractivismo, una alternativa?

Disecando las propuestas de quienes se oponen a explotar recursos naturales.

Próximos al proceso electoral del 2016, los grupos más extremistas del espectro político nacional, empezando en los post-violentistas –que ocasionaron miles de muertes, empobrecieron y asolaron el país hasta 1992- hasta quienes pretenden limitar hoy el crecimiento del Perú atacando a la actividad económica más moderna, competitiva y regulada que existe y que opera con los mayores estándares nacionales e internacionales.

El autodenominado post-extractivismo no plantea alternativa alguna que pueda ser corroborada en la práctica.  En cambio, cualquier análisis económico responsable y con rigurosidad puede demostrar que, a medida que la actividad minera se ha expandido, han surgido emprendimientos para satisfacer la demanda principal. Eso precisamente ha ocurrido en todos los países que optaron por crecer en función a sus fortalezas principales (Finlandia, Noruega, Chile y otros.).

La actividad manufacturera, desde que se inició el proceso de apertura y transformación de la economía peruana, se ha expandido en 170% (pasando de una producción real de S/. 24 mil millones en 1990 a más de S/. 66 mil millones en el 2014). Mientras que la actividad minera pasó de tener una producción de S/. 19 mil millones de soles en 1990 a más de S/. 54 mil millones en el 2014, lo que implicó un crecimiento de 174% en dicho período. ¿Qué nos indica este resultado? Que el crecimiento de la industria peruana se ha fortalecido conjuntamente con la expansión de la actividad minera; por lo tanto, pretender limitarla es un error.  Salvo que se pretenda incrementar la pobreza como consecuencia del menor ritmo de crecimiento de la economía.

Si la verdadera intención de los post-extractivistas fuese consolidar la manufactura, deberían defender el fortalecimiento de las actividades extractivas, de todas ellas (minería, pesca, forestal, etc.), en virtud de que le ofrecen al Estado nacional un horizonte sostenido de ingresos significativos.

¿Qué hacer con los ingentes recursos que generan las actividades extractivas? Fortalecer la institucionalidad del Estado, que no significa burocratizar su aparato, sino hacerlo más eficiente y ágil para que contribuya al desarrollo.  La principal labor de los estados es brindar seguridad y, de ser necesario, conceder subsidios de manera focalizada. A propósito, ¿cuál es la principal preocupación de la ciudadanía en la actualidad? Precisamente las condiciones de inseguridad en que vivimos.

Segundo, administración de justicia pronta, eficiente, previsible, y el establecimiento de sanciones en concordancia con las normas vigentes. Tercero, promover la inversión en infraestructura socio-productiva.

Tengamos presente que para ser una nación desarrollada se requiere ciudadanos altamente capacitados, emprendedores y con una gran vocación por la innovación. ¿Cómo se logra ello? Mejorando la calidad de la educación pública y privada, en sus tres niveles, primaria, secundaria y universitaria.

El Post-extractivismo propone obtener mayores recursos de la minería sin tener en cuenta que compite en un ámbito global y, por lo tanto, no debe perder competitividad. También propone establecer una “Zonificación Ecológica Económica” (ZEE), sin percatarse que si hubiese surgido dicho concepto en 1950, los promotores de la ZEE nos habrían privado de aprovechar los recursos económicos generados por las minas Yanacocha, Antamina, Toquepala, Cuajone, Cerro Verde, Tintaya, Marcona, Conga, Santa Ana, Tía María, Río Blanco, entre muchas otras ¿Se imaginan cuántos años más de atraso y pobreza le deberíamos al dogmatismo antiminero?

Por Guillermo Vidalón del Pino

17 – Jun – 2015