Populismo y desarrollo económico

La importancia de que candidatos se comprometan con la inversión

La campaña electoral del 2016 ha dado sus primeros escarceos y los candidatos al sillón presidencial prefieren marcar distancia respecto de los principales motores del desarrollo. Alguno de ellos se ha manifestado abiertamente en favor de la ejecución de los proyectos mineros pendientes, mientras que otros que van desde el “conglomerado oportunista” (conformado por caviares y otros) hasta los llamados pro-mercado dicen que hay que empezar de cero y evaluar y reevaluar.

Quizás algunas de estas manifestaciones respondan a estrategias electorales orientadas a evitar definiciones sobre tal o cual proyecto; finalmente hay un bolsón electoral con quien congraciarse, más allá del pensamiento que guarden en su interior.

El gran riesgo del populismo es que muchos candidatos sean arrastrados a expresar un “Sí o un No” a favor de tal o cual proyecto.  En ese sentido, desmontar la estrategia de quienes carecen de respaldo electoral pero quieren hacerle “pisar el palito” a los otros candidatos, obliga a estar alertas.

En el Perú del 2011 se decía que ya habíamos crecido lo suficiente y que había llegado el momento del reparto, se soslayó las políticas de atracción del capital y los niveles que había alcanzado la inversión -como porcentaje del Producto Bruto Interno- empezaron a disminuir. ¿Cuáles fueron los principales hechos que desincentivaron la inversión? Los mensajes ambiguos de las autoridades políticas: “No nos oponemos a tal actividad, pero…”.

Ha sido precisamente el “Pero Ilimitado”, el dubitativo, el irresoluto, el que nos dejó sin inversión y, por consiguiente, sin generación de empleo ni disminución de pobreza, y mientras menos crecemos la posibilidad de absorber la mano de obra que ingresa anualmente al mercado laboral disminuye. Por lo tanto, las oportunidades de empleo para los más jóvenes caen y el riesgo de que un sector de la población retorne a la condición de pobreza se acrecienta.  

Al respecto, recientemente, el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo informó que en los últimos 12 meses el empleo formal se expandió en 1.2% y en setiembre pasado lo hizo en 0.7%. Estas cifras están referidas al empleo formal, en consecuencia, el empleo informal -donde se desempeña más de la mitad de los peruanos en edad de trabajar- se está precarizando aún más.  En otras palabras, “si desea trabajar, estas no son las condiciones laborales que quisiera ofrecerle, pero sí las que la economía me permite solventar”.

Para evitar que el empleo siga cayendo también hay que hacer frente al populismo electoral. La receta para disminuir la pobreza siempre provino de los sectores productivos, lo único que éstos le piden al gobierno es “déjennos trabajar, no dilaten sus decisiones, supervisen pero que sea eficiente y oportuno”.

Lamentablemente, la búsqueda de votos a cualquier precio trajo como consecuencia dejar de lado o postergar el desarrollo de proyectos de inversión tan importantes como Quilish, Conga, Santa Ana, Tía María entre muchos otros. No se quiso aceptar que la minería dinamiza otros sectores de la economía, como la industria y la inversión pública; en virtud de que el Estado dispondría de mayores recursos para invertir en infraestructura socio productiva.

Confiemos en que las actuales autoridades enmienden el camino y respalden la inversión antes de concluir su mandato. Asimismo, que quienes asuman las riendas del Perú el 2016 lo hagan convencidos de que sin inversión el discurso en favor de los menos favorecidos no es más que una simple y vaga oferta electoral.

Por: Guillermo Vidalón del Pino