Úrsula Letona

No son 93 ni 700, son 1200

¿Y la Reforma para cuando?

No son 93 ni 700, son 1200
Úrsula Letona
05 de septiembre del 2019

 

Si miramos con detalle los problemas evidenciados con ocasión de la terrible muerte de niños prematuros en la Región Lambayeque, no hay duda de que el sistema de salud pública es un desorden absoluto y de una ineficacia que nos grafica el caos en el que se encuentra. Y quienes pagan las consecuencias son los compatriotas de menores recursos. Esto ha llevado a una declaración de la ministra de Salud, afirmando que no fueron 93, ni 700, sino que de enero a agosto en todo el país han fallecido 1200 niños prematuros por falta de atención en el sistema de salud pública. Pero nadie resulta responsable de este grave problema transversal de política pública, salvo seguramente un director de hospital u otro funcionario a ese nivel, que serían los responsables de la ineficiencia del sistema de salud pública. En promedio en los últimos años los niños prematuros fallecidos supera la cifra de 3000.

Veamos todo el desorden evidenciado. Uno de los graves problemas: la falta de personal que en el Ministerio de Salud atienda a los requerimientos de los gobiernos regionales. Otra deficiencia, la norma técnica para la atención de nacimientos contempla que por cada mil nacimientos debe contarse con cama UCI y todo el equipamiento necesario; pero a nivel nacional, excepto algunos hospitales de Lima, no se tiene siquiera el 50% de la exigencia, con el agravante que gran parte de su equipamiento no funciona.

Como hoy la salud fuera de Lima Metropolitana se encuentra gestionada por los Gobiernos Regionales, el presidente de la Asamblea de Gobiernos Regionales señala que hay deficiencias en la compra de equipamiento y que no cuentan con personal especializado. La causa: remuneraciones no atractivas. Pero debemos ser claros: para los gobernadores regionales la salud no genera réditos políticos, lo que sí ocurre con las obras que se ven físicamente. Una política pública en salud genera resultados en el mediano y largo plazo, por ello la gestión de salud no se encuentra en primer orden de prioridad de los gobernadores. Este es uno de los graves problemas de una descentralización apresurada, que urge corregir.

Un exministro de salud revela parte del problema de compra de medicinas y equipamiento médico en los gobiernos regionales: “Esperan que el Ministerio de Salud haga compras corporativas y suman sus necesidades, pero como las compras corporativas demoran, lo que genera es descuido del equipamiento y desabastecimiento, o pasan a compras pequeñas ineficientes”. Esto tiene relación con que solo dos Gobiernos Regionales hayan superado el 50% de gasto de su presupuesto para adquisición de medicinas, los 23 restantes no han superado ese nivel de gasto entre enero-agosto. El Ministerio de Salud se encuentra en este último caso, porque no ha superado el 36% de ejecución. 

Sin duda podemos listar una serie de situaciones críticas o ineficiencias que presenta el sistema de salud pública, tanto del nivel de Gobierno central como regional. Solo como última referencia, el gasto que se viene ejecutando con las historias clínicas electrónicas no está vinculado a una política pública de atención primaria de salud, plataforma que es utilizada como elemento fundamental para la atención primaria o preventiva en diversos países donde dicha atención es una política que realmente funciona. El caso con mayor éxito es Chile. 

Debe darse una solución inmediata a toda esta emergencia, pero la solución de fondo debe venir con una reforma que hace tiempo invocan los especialistas y la academia. Entre otras cosas, se debe centralizar nuevamente no solo la rectoría sino también la parte administrativa de todo el sistema de salud pública. Esta recentralización tiene muchas experiencias con buenos resultados en el exterior. El fundamento central para ello es que la política pública de salud debe ser de una sola velocidad transversal y de criterios unificados, a lo que no abona su descentralización que, por el contrario, genera un desorden del que nadie se hace responsable.

En efecto, la reforma trascendente en salud, teniendo como eje la recentralización a manos del Ministerio de Salud, pasa por generar una segregación del sistema en su conjunto en dos ejes: i) el componente de las prestaciones de salud y ii) financiamiento de la salud pública, abordada también en las recomendaciones de la Comisión de Protección Social. Esta segregación de funciones permitirá un debido control de ambos componentes, que pasa por las mediciones y correcciones que debe realizarse en su ejecución de forma independiente, lo que permitiría a su vez evaluar sus resultados. 

En una entrega a inicios del 2018, en este mismo portal, explicamos que el financiamiento debe medirse en función de un elemento fundamental denominado “disponibilidad”, permitiendo establecer cuántas de las necesidades de equipamiento, infraestructura, medicinas y otras dependientes del financiamiento se pueden medir en función de parámetros preestablecidos. Ejemplo, si la norma técnica exige que por cada mil nacidos se debe contar con una cama de UCI y el equipamiento necesario, si Arequipa tiene 25 000 nacimientos por año, se debería con 25 camas UCI.

Del total del gasto (financiamiento) de la salud pública aproximadamente 20% es gasto de capital y otro 48% es gasto corriente, que se destina para compra de medicamentos, vacunas, dotación médico-quirúrgica, mantenimiento de equipos hospitalarios e infraestructura. Se debe tener un gasto centralizado, con grandes beneficios económicos, como lo ha probado las compras centralizadas y corporativas de medicamentos y equipamiento que ha realizado MINSA-Essalud; pero que no funcionan como un sistema (regularidad), y que deja en la mesa sin aprovecharse debidamente la calidad de monopsonio que tiene el Estado para la compra de medicamentos, equipamiento e infraestructura de salud.

Que esta tragedia de los niños y sus familias, que hoy nos conmueve y aflige, nos lleve a una reflexión de los temas que realmente deben abordarse en beneficio de los más necesitados y en pro de una política pública necesaria para caminar hacia el desarrollo, que es lo que realmente genera un buen sistema de salud. La coyuntura y lo incidental nos tienen abstraídos de una realidad dolorosa que solo vemos en situaciones realmente vergonzosas, que descubren la ausencia de una política pública sobre la salud.

 

Úrsula Letona
05 de septiembre del 2019

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