Heriberto Bustos
No hay mal que por bien no venga
Formar a los estudiantes evitando la desfiguración del proceso educativo
Como si el país no tuviese pasado ni presente, poco a poco, y tal vez sin darnos cuenta, vamos aceptando las incongruencias y despropósitos pronunciados por la primera autoridad del país en diferentes instancias o eventos. Se hacen cada vez más evidentes las serias limitaciones de quien emite estas declaraciones; lo que además se está constituyendo en un mal ejemplo colectivo, en especial para los niños y adolescentes de por sí maltratados y debilitados tanto en saberes como en valores por el discurrir de la vida educativa de los últimos tiempos, amén del desprestigio de la profesión.
La disconformidad con los hechos mencionados y el papel de la formación de los estudiantes, traen al recuerdo (salvando las distancias) el cuento “¡Al rincón! ¡Quita calzón!”, escrito por Don Ricardo Palma en 1872. En ese texto se narra el reemplazo improvisado de un obispo a un maestro en el seminario de Arequipa, quien desarrolla un proceso de evaluación oral sobre el conocimiento y manejo del latín, enviando a los estudiantes que no respondían adecuadamente a un rincón del aula, para recibir el castigo correspondiente. Por entonces regía por doctrina aquello de que “la letra con sangre entra”, y todos los colegios tenían un empleado, cuya tarea se reducía a aplicar tres, seis y hasta doce azotes sobre las posaderas del estudiante condenado a ir al rincón.
Eran épocas de auge del conductismo, el que significaba adiestrar, más que educar a los niños, de igual modo como se procede con los animales, asignándole un premio cuando la conducta era la deseada, y un castigo en caso contrario. Para modificar la conducta de las personas en general (condicionamiento operante) los castigos son más eficaces que los refuerzos, por ello, antiguamente era usual y normal azotar a un niño que actuaba de forma “incorrecta”, humillarlo verbalmente, o usar cualquier otro tipo de castigo físico o mental.
El conductismo como paradigma educativo tuvo mucho auge manteniéndose en el sistema educativo, hasta el desarrollo del cognitivismo, que se centra en los procesos internos del sujeto cognoscente y su estructura mental, acentuando procesos cognitivos más complejos como el del pensamiento, la solución de problemas, el lenguaje, la formación de conceptos y el procesamiento de la información; en los últimos tiempos se viene adoptando un enfoque más constructivista hacia el aprendizaje y la comprensión, asumiéndose que el conocimiento es una función de cómo el individuo crea significados a partir de sus propias experiencias.
Como lo dice el refrán “No hay mal que por bien no venga”, los buenos maestros debieran tomar los comportamientos mencionados al inicio, como resultado de un errado accionar educativo, poniendo especial énfasis en la tarea de erradicar los rezagos conductistas aún presentes, afirmando su accionar educativo en los fundamentos psicológicos y pedagógicos actuales aportando en la adecuada formación de los estudiantes, evitando la desfiguración del proceso educativo. Por otro lado, los responsables de los poderes del Estado, partidos políticos y ciudadanos debemos dejar de fomentar la improvisación y descrédito democrático.
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