Juan C. Valdivia Cano

Milei y Argentina (II)

Algunas ideas sobre el pensamiento libertario y la cultura de la libertad

Milei y Argentina (II)
Juan C. Valdivia Cano
09 de octubre del 2024


Bajo el manto de la cultura de la libertad no hay seguramente dos libertarios que piensen exactamente igual, lo cual está perfectamente bien, ya que es eso precisamente lo que distingue en específico el pensamiento libertario de otras maneras de pensar en el pasado y en el presente. Siendo seres únicos, singulares e irrepetibles ¿cómo vamos a pensar exactamente igual en todo? Los liberales coinciden, no se adoctrinan; coinciden en ciertos principios fundamentales (libertad, dignidad, propiedad, igualdad de derechos, seguridad) que son lo fundamental, todo lo demás es cosa de cada uno. Es inevitable. Y está muy bien

Porque si hay algo opuesto al pensamiento libertario, que es crítico y creativo, es el dogmatismo, el pensamiento único, la verdad única y definitiva, como veremos más adelante. El liberal es pluralista también porque considera el paquete completo, el aspecto jurídico político, económico, o subjetivo personal, o filosófico metafísico, o artístico literario, o ético religioso, etc, que puede resumirse con el término “cultura”, como algo esencial en la lucha política por la libertad, desde las acertadas advertencias de Friedrich von Hayek en la postguerra, en relación al triunfo ideológico del socialismo. Pero volvamos al milagroso presidente argentino. 

De todo lo que se ha dicho de él en todo el mundo, de lo bien que le ha ido en su fulgurante carrera política y a pesar de haber hecho las cosas tan mal, como él reconoce con irónica autocrítica, no se han mencionado algunos rasgos suyos que conforman lo que desde ya podemos llamar a boca llena “el estilo Milei”, que el candidato Milei se lo ha ganado a pulso. Me ocupo de algunas de esas cosas que ha hecho “mal”, justamente porque le han salido tan bien, de explicarme un poco este providencial resultado, así como el carácter de algunos malévolos adjetivos aplicados al bizarro presidente argentino. Y su relación con el Tango, ya que tengo la convicción que se parecen. También es algo muy argentino y universal. También “el más primitivo y el más refinado”, como describe el Tango Guido Ceronetti en La Linterna del filósofo). ¿ No es algo así Milei? 

Ya desde antes de las elecciones argentinas trataba de pensar, cautamente, en un antecedente político análogo a este monstruo porteño, dentro del ámbito político latinoamericano, desde la época de la Independencia. Y no lo encuentro. Para empezar, jamás un político ha dicho con tan brutal crudeza y desparpajo todo lo que sentía, todo lo que pensaba y todo lo que iba a hacer en caso de ganar las elecciones y llegar a la presidencia. 

 Jamás se ha visto a un político que exprese sin asomo de fingimiento y con genuina autenticidad sus ideas y sentimientos: sus odios, sus amores, sus lágrimas y sus alegrías, como negado de nacimiento para representar lo “políticamente correcto”. Al contrario, Milei ha sido el arquetipo de lo “políticamente incorrecto”. Y a la vez “un fenómeno comunicacional”, como señala una perspicaz comentarista colombiana. Aquí, especialmente, lo hace muy mal y le sale muy bien. 

No sé si su hermana Karina (“el jefe” la llama Milei) es su “asesora de imagen” o no (sus otros amores, como se sabe, son sus 5 hijos de cuatro patas, Conan a la cabeza). En este aspecto “el jefe” lo debería tener fácil para ser asesora de imagen de un político como él. En todo caso, jamás a un político le ha sido tan prescindible un “asesor de imagen”, labor que suele ser algo estupidizante entre políticos normales, la de un adiestrador de ”monos de su propio ideal” (así habló Zaratustra) . 

 Dejamos de lado el caso de Mario Vargas Llosa -dicho sea en su honor- cuando, en los años 90 del siglo pasado, candidateando a la presidencia de su país, “amenazó” con hacer el ajuste económico de llegar a la presidencia, exactamente el mismo programa de ajuste de Milei con diferencias circunstanciales; poniendo en evidencia, además, lo que jamás reconocerán los enemigos del capitalismo y de la economía de libre mercado sin intervencionismos ni mercantilismos: la ética de la libertad. Al respetable no se le miente, nada justifica la mentira, ni siquiera en política, hay que ser franco, como Milei y Vargas LLosa. Es “La cultura de la libertad”, que no se reduce a la defensa de la libertad de mercado.

Se ha criticado a Milei por su lenguaje populachero, violento, “primitivo” y soez, que fue observado incluso por intelectuales bienpensantes, sin ironía. Solo daré dos ejemplos, o pruebas que seguro serán suficientes para convencer al perspicaz lector, respecto de la objetividad de sus críticos, dicho sea sin ironía otra vez. Solo que el moralmente inadmisible lenguaje de Milei no es solo eso (y no es antijurídico). Primero, porque casi siempre tiene razón y porque usa un lenguaje popular, que es el suyo, bien combinado con uno más sofisticado o más técnico. Y es sincero hasta el cinismo (en sentido griego, no cristiano). 

Al referirse a sus colegas congresistas aclara con un tono muy “solemne” al periodista que lo interpela : “Partimos de premisas distintas. Ellos parten del supuesto que la gente los ama, yo parto del supuesto que son una mierda y que la gente los desprecia”. Y segundo, al distinguir entre altruismo voluntario o solidaridad y “altruismo” forzado o “impuesto” por el Estado, para “sacar plata a los ricos y dársela a los pobres”, el didáctico Milei, que a eso llama robo y que ha hecho de la política una actividad pedagógica (como tantos propugnaron y nadie hizo) afirmó ante el público, muy campante : “Es fácil ser puto con culo ajeno”. Y un largo etcétera

 Esa es una de las cosas que Milei hizo mal, y una de las razones por las que le fue tan bien, Y no parece haber adoptado esta actitud deliberadamente; todo indica que él es y siempre fue así. ¿No se trata de eso en política? ¿Cómo? ¿No hemos elogiado a Mario Vargas Llosa por su actitud ejemplarmente ética líneas arriba? ¿No hay en esto una flagrante contradicción de mi parte? ¿”Mal” en qué sentido? ¿moral? Aquí nos topamos con un enredoso malentendido que trataremos de desenredar más adelante cuando abordemos la “batalla cultural” sensu stricto (cuando digamos algo de las diferencias entre “ética moderna” y “moral tradicional”).

(continuará)

Juan C. Valdivia Cano
09 de octubre del 2024

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