Manuel Bernales Alvarado

Mejores inversiones en sectores y departamentos clave

Minería y agricultura son nuestras mejores palancas de desarrollo

Mejores inversiones en sectores y departamentos clave
Manuel Bernales Alvarado
02 de septiembre del 2020


Es hora de que tengamos una visión nacional de Estado sobre tres sectores inseparables para el desarrollo y la seguridad del Perú y los peruanos, superando criterios, enfoques y prácticas parciales que han probado sus límites, y que no son portadoras de futuro. Desde inicio de 2016, expresé en este portal, lo que desde antes sostenía en privado y en entrevistas: que la mejor
palanca disponible para el desarrollo y la seguridad humana, en dominios no militares, no solo crecimiento, eran la minería y la agricultura. Esta, junto a la pesca, produce alimentos que comemos y exportamos, asimismo provee insumos industriales. El sector agropecuario es el mayor consumidor de agua. Miles de mujeres, varones y menores de edad, trabajadores, vendedores, contribuyen a la economía fiscal.

La fuente material del despegue civilizatorio ha radicado, luego de la caza, pesca y recolección dominantes, en el manejo del agua, del clima y los sectores primarios agropecuario y pesquero. El Perú hunde sus raíces sociales y culturales en grupos humanos que crearon paisaje humano, modificando el paisaje natural no solo con un sector de actividad, sino con innovadoras sinergias entre factores de ecosistemas y el trabajo humano, que hoy se ha llegado a revalorar. Por ejemplo, con la siembra y cosecha de agua, andenes, camellones y canalizaciones, algunas de las cuales, en Lima y el Cusco, han sobrevivido hasta hoy. Geógrafos, planificadores urbanos, constructores de obras civiles y militares lo saben perfectamente. 

Pueblos y culturas de la costa y la sierra, así como de algunos territorios de la Alta Amazonía, pasando por el Tahuantinsuyu, la formación colonial y llegando a la República, fueron agropecuarios y pesqueros. Debemos mejorar aceleradamente ante nuevos desafíos como el cambio climático y los efectos perniciosos y probablemente duraderos de esta pandemia, que de hecho está mezclada con viejas endemias sociales. Estos desafíos son complejísimos, se presentan en toda nuestra geografía, incluido el Mar de Grau, las zonas transfronterizas, binacionales –la cuenca del Titicaca, por ejemplo–, y las relaciones de competencia o cooperación con vecinos y Estados asociados en lo comercial y economías centrales. Por ende, comprenden todos los tipos de minería y producción de energía. 

Mediante la minería, inseparable de sectores ya mencionados, se demanda e induce inversiones en otros sectores, como energía, transportes, educación y servicios sociales básicos, tanto rurales como urbanos. La minería impulsa redes de “capital social” desde el interior hasta los centros conectados a la economía global y mercados de destino, portuarios y de servicios. Consume algo más del 1% del agua. Su aporte a la hacienda pública es el mayor de todos los sectores, no obstante las críticas a las facilidades establecidas en el marco constitucional. Puede realizar mayor valor agregado con un mejor compartir. 

Hacia adelante es probable mejorar normas como la del Canon y de “adelanto social”; esta, inspirada en buenas experiencias peruanas de fideicomisos locales y recomendaciones de foros mundiales de minas, metales y minería, gremios, academia, instancias del sistema de las Naciones Unidas, incluido el Banco Mundial y oenegés dedicadas al asunto, desde diversas perspectivas, en particular ambientalistas. No las confundo con entidades que movilizan personas y grupos en contra de una minería moderna, muy regulada desde su financiamiento, mientras que silencian la depredación e ilegalidad de minerías de menor escala, como la del oro. Hay oenegés que trabajan en red con la Policía Nacional, el Ministerio Público y otras entidades públicas y privadas. En mi concepto estas organizaciones de veeduría, aprendizaje, denuncia, incidencia en decisiones públicas, representan un potencial para una mejor gobernanza ciudadana durable. Ellas y los entes multilaterales, así como Estados con los cuales el Perú tiene relaciones diplomáticas, a veces sin una visión de Estado Republicano, se denominan gobernanza ambiental, territorial o de recursos naturales, 

Expuse algunas “recetas para impulsar la minería”, a poco de iniciado el período constitucional y reitero, en esencia son las mismas que el Gobierno ha declarado varias veces y que el ministro del ramo acaba de exponer, añadiendo Quellaveco. La Mesa multiactores, que presidí (2012), con 32 titulares y observadores como el entonces Defensor del Pueblo de Moquegua acordó su realización y luego Anglo American ratificó su voluntad inversionista. De esas “recetas” no se han realizado las referidas a gestión de la transformación de conflictos en consensos duraderos para la inversión y desarrollo de un territorio geo económico mayor que las zonas de influencia directa e indirecta de cada proyecto.

La práctica de actas y mesas, más de mil acumuladas desde 2005, sigue vigente con todo el aparato burocrático y los funcionarios en los tres niveles de gobierno. Desde antes del presente quinquenio, aprovechando los vínculos de trabajo con el sistema EITI y con el Banco Mundial, el sector público y calificadas empresas consultoras privadas como Proesmin, han desarrollado esquemas de “planeamiento multicriterio” y “gestión de complejidad” para el “acondicionamiento del territorio”, como en rigor es el llamado enfoque territorial, desde los años 50 del siglo pasado, solo que aquí se pretende una planificación sin sistema de planificación nacional, sectorial y regional, (más de un departamento), lo que es una quimera.

Hoy tan solo con ampliación de proyectos que están con todas las de la ley, tendríamos a corto plazo, un monto inversionista equivalente a Quellaveco. ¡Cuánto más se podría lograr dinamizando proyectos que, como ha informado el Ministerio de Energía y Minas, están paralizados y no hay aún nuevas inversiones! Se están empleando miles de millones de soles del Tesoro Público –es decir, de todos los peruanos–, tanto para ejecutar inversiones prepandemia, como las de la llamada “reconstrucción con cambios”, antecedida en su inefectividad por la ya olvidada “reconstrucción de Pisco” de 2007, como para encarar la pandemia y sus secuelas. El Ejecutivo ha decidido usar el sistema ya conocido de inversiones, que se basa en transferencias para contratos de viejo y superado cuño, a la vez que el empleado para las Obras de la Villa Olímpica de los Juegos Panamericanos, los contratos NEC, que para obtener buenos resultados deben ser bien hechos, y asegurarse su buena gestión posterior. 

Lo tomado de las reservas internacionales del Estado a cargo del Banco Central de Reserva debe ser repuesto con buenas inversiones, mejorando el sistema de impuestos, para empezar reduciendo la elusión y la evasión fiscal, y supervisando transferencias a GORES y municipalidades e inclusive interviniendo para hacer enmiendas. Ya no estamos en la vida normal sino en emergencia y urgencia ante lo extraordinario o excepcional que se vive y se vivirá, aunque algunos esperen regresar a la vida antes de la pandemia: reflejo de viejas endemias del pensar y de la conducta habitual. 

Es casi universal la evidencia de que cualquier recuperación, por exitosa y rápida que sea, ni siquiera compensaría la situación prepandemia en pobreza, desigualdad, baja competitividad agregada nacional y desagregada por sectores de actividad y departamentos (mal llamados regiones), tanto por causas internas cuanto por los ajustes que empezaron a realizar las economías más poderosas a las cuales seguiremos atados, o unidos, por venta de productos y compra de bienes y de servicios, en especial la grande y mediana minería moderna regulada, así como la pesca y la agricultura de exportación. 

Es una evidencia que no se han tomado decisiones, inclusive acogidas o elaboradas por funcionarios pre decisores, en materia de gestión social de inversiones, en costa sierra y Amazonía. Conozco pocas excepciones que no hacen verano. A los problemas tipo Espinar, se les ha dado en esencia la misma fórmula inmediatista. El proceso electoral, la frustración de estudiantes, madres y padres de hogar, desempleados y casi privados de la sobrevivencia informal, se ha sumado la grave crisis de la cero producción de petróleo en Loreto, zona nor oriental peruana que queda después de lo que hemos perdido en casi 200 años de República.

Mientras que el Estado de Colombia, en violencia y guerra contra guerrillas, terroristas, y otras variedades del espectro político y delincuencial, desde 1948, nada menos, sí produce entre 900 mil y un millón de barriles diarios y ha realizado alrededor de un millar de consultas previas, aquí hemos reinventado normas, queremos más, pero hay un grave déficit de cumplimiento estatal, empresarial y ciudadano en ese Departamento, para el cual se aprobó un “cierre de brechas” hace una semana, luego de la cual se sabe que no hay producción. Aunque usted no lo crea.

Conociendo lo bueno, lo malo y lo feo de la industria de hidrocarburos y gas del nor oriente peruano, que ha llegado a nivel cero o menos cero, es indiscutible que sin excedente generado por esa industria solo el Gobierno financiaría, ¿con viejos métodos? el plan aprobado después de años y años de mesas y actas incumplidas. Loreto, pues, no solo es indígena y rural amazónico, habitan en Iquitos y ciudades provinciales muchos más peruanos que los compatriotas ribereños e indígenas. Lo grave es la endemia de la corrupción inseparable del clientelismo político y la ineficiencia de instituciones estatales. Los electores decidirán si se quedan con la corrupción que ha ganado sucesivas elecciones o se reorientan para salir del atraso y la pobreza, de un mar de residuos que impactan negativamente en las personas y el ambiente, incluyendo factores no industriales factores, sino domésticos, causados por el ser humano. Así como la minería y la agricultura en sierra y costa, es hora de asumir el reto de nuevo y mejor ciclo de hidrocarburos, de transporte fluvial y urbano, a la vez que se potencia la pesca y el uso racional empresarial del bosque, en vez de seguir con el mismo método que está llevando a su degradación, y se inician nuevas inversiones no tradicionales para otra clase de energía, pues sol y aire sobran.

En otro momento me ocuparé de las economías ilegales que se mezclan con estilos de vida en pobreza, precariedad, informalidad, casi anomia, redes ilegales nativas y transnacionales, como la producción y tráfico de cocaína, amapola y heroína, tala ilegal o defectuosa de bosques, ocupación ilegal de terrenos, minería ilegal y delitos inherentes, pesca ilegal, contrabando tradicional y de ese otro Perú que es el VRAEM, o de los pobres urbanos que parece que no se conoce, a la luz de malas medidas adoptadas desde el comienzo de la pandemia para encuadrar a la población y mantener iniciativa y predominio político, comprensible, y obtener buenos resultados del quinquenio, que abonen los electorales.

Manuel Bernales Alvarado
02 de septiembre del 2020

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