Juan Sheput

Lavando la cara al violador

Lavando la cara al violador
Juan Sheput
29 de septiembre del 2015

La aparente impunidad con que se cubre un caso de violación sexual

Uno del par de sujetos acusados de violación sexual recurre al media training para decir su verdad ante la pantalla. Y lo hace en un programa dominical de un conocido medio de televisión. Para que lo puedan hacer tienen que estar en libertad. Y si están en libertad es porque el Fiscal ordenó su liberación. Y ordenó su liberación porque la policía se demoró, convenientemente, 12 minutos. Los sujetos viven en un distrito pudiente, que puede ser San Isidro y son llamados, consideradamente,  “estudiantes universitarios” lo cual no llama la atención pues a Oropeza lo llaman “empresario”. Hasta el día de hoy las universidades que los cobijan no los expulsan ni brindan un comunicado repudiando la conducta de sus, ahora, populares alumnos. Primero está la pensión, de repente piensan.

En paralelo, los sujetos y sus amigos, apañando su repudiable comportamiento, se ensañan con la víctima, una joven de 20 años, golpeada y ultrajada según el examen del médico legista. Tratan de descalificarla insultándola y atribuyéndole conductas que habrían estimulado el comportamiento de los sujetos acusados de violación. Usan para ello cuanto medio esté a su alcance: redes sociales, medios de comunicación. Es decir, la víctima es doblemente agredida, ahora por la jauría que, en conjunto con los sujetos acusados de violación, acostumbra a “divertirse” con ellos.

No tengo la menor duda de que si estos sujetos vivieran en un distrito popular serían llamados los monstruos de Puente Piedra o Villa María del Triunfo y estarían detenidos. La universidad que los cobijara los habría expulsado y no habría periodista con programa dominical que los entrenara para que salgan en la “tele” a decir su verdad “mirando de frente a la cámara”. Es penoso lo que está aconteciendo con nuestra llamada sociedad que permite que individuos como los señalados no tengan ningún tipo de sanción social o penal.

Pero no son los únicos. Los sujetos de malvivir con recursos económicos  ya saben que en el Perú con la plata baila el mono. Si tienes dinero y contactos puedes meterle un balazo a una señora acorralada en el baño y no te irás preso así tu arma no tenga licencia. Hasta los periódicos publicarán entrevistas en las que puedes decir que si alguien te llama corrupto le romperás la cabeza, lo cual es difícil de creer, pues no sólo por eso de dime de qué te jactas para decirte de qué adoleces, sino porque el matón ha demostrado ser un perfecto cobarde al apañar la agresión con bala a una de sus visitantes. Las revistas frívolas te colocarán como estrella de las páginas sociales y la Fiscalía, esa que debe investigar y acusar de darse el caso, y el Poder Judicial, ese que debe de sancionar cuando la sociedad esté en peligro, jugarán en pared con abogados sin escrúpulos, policías corruptos y periodistas con un gran gusto por la mermelada y que son expertos en lavar, no dinero, sino la cara.

¿Que la inseguridad es un problema? Primero miremos cómo se comportan aquellos que tienen mayores recursos e instrucción y que andan por las calles con licencia social para delinquir. Nuestro problema, señores, es de decadencia social. Estamos a la deriva.

¿Y las ministras o congresistas feministas? No dirán nada, pues de repente se encuentran con los padres de los presuntos violadores en un coctelito y no vale la pena pasar un mal momento.

Por: Juan Sheput

Juan Sheput
29 de septiembre del 2015

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