Javier Agreda

La variada narrativa de José Diez-Canseco

Uno de los fundadores del cuento peruano

La variada narrativa de José Diez-Canseco
Javier Agreda
24 de febrero del 2023


A pesar de ser
autor de algunos de los cuentos más conocidos de la literatura peruana, como El Gaviota o El trompo, José Diez-Canseco (Lima, 1904-1949) dedicó casi toda su vida al periodismo, llegando a convertirse en la década del cuarenta en el columnista más leído del prestigioso diario La Prensa. Por ello, al momento de su temprana muerte, sólo había publicado dos libros de narrativa –Estampas mulatas (1930) y Duque (1934)--, dejando mucho material inédito o disperso en revistas y periódicos. 

Antes de cumplir los veinte años de edad, Diez-Canseco comenzó a publicar una serie de cuentos en la revista Variedades y a frecuentar a los principales intelectuales y escritores de la Lima de entonces: César Vallejo, José Gálvez, Luis Alberto Sánchez, José Carlos Mariátegui y muchos otros. Como la mayoría de los escritores de su generación –la de Martín Adán y Carlos Oquendo de Amat–, publicó su primera obra verdaderamente importante, el cuento El Gaviota, que algunos consideran una novela corta, en la revista Amauta que dirigía Mariátegui. Ese relato y otro similar, titulado El kilómetro 83, conformarían la primera entrega de sus Estampas mulatas (1930).

A estas dos "estampas" iniciales, Diez-Canseco iría sumando otras a lo largo de su vida (en total fueron nueve), las que en conjunto han sido consideradas como precursoras del realismo urbano en nuestro país. Tienen mucho de la vocación descriptiva y del lenguaje de los cuentos criollos de Valdelomar; pero en sus páginas se aborda una temática novedosa para la época: la azarosa vida de los limeños más pobres y hasta marginales. Por eso, como señala el crítico Valentino Giannuzi, "Las Estampas mulatas están signadas por lo violento, el lenguaje de la calle, la aventura y el afianzamiento de la identidad masculina". Títulos como Jijuna y Gaína que come güebo resultan bastante expresivos.

Paralelamente, Diez-Canseco desarrolló otras propuestas alternativas, dedicadas a retratar distintos sectores de la sociedad limeña. En 1934 publicó Duque, una novela "en clave" que satirizaba la decadente vida de conocidos personajes de la alta burguesía limeña. Los cambios no se limitaban a los ambientes y personajes, pues Duque es una narración vanguardista, en la que las líricas descripciones de las Estampas... se convierten en modernas enumeraciones: "Luz, perfumes, jazz, mah-jong, plebeyismo, champagne, flirt..."; mientras que el lenguaje de la calle ha sido reemplazado por un español plagado de extranjerismos.

Otra línea narrativa es la de los relatos ambientados en el balneario de Barranco, en el que el autor vivió su infancia y adolescencia. Ahí suceden las acciones de Suzy, escrita en 1930, novela corta que cuenta la experiencia del primer amor entre dos niños, y que inevitablemente nos remite a La casa de cartón. Y también las novelas El mirador de los ángeles, una aproximación al universo femenino; y Las Urrutia, el más ambicioso proyecto narrativo de Diez-Canseco. Ambas quedaron inconclusas y recién serían publicadas en 1974 por el crítico Tomás Escajadillo, el más empeñoso investigador y difusor de esta narrativa.

Javier Agreda
24 de febrero del 2023

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