La timidez caviar

Tras el nombramiento del nuevo gabinete, con Aníbal Torres como presidente del Consejo de Ministros (PCM), pareciese que el régimen de Castillo ha decidido apostarlo todo por la izquierda tradicional. Esta movida –en perjuicio de los caviares–, ha causado el retiro del apoyo que le brindaban estos últimos a cambio de ministerios, asesorías y cargos. Asimismo, hemos comenzado a presenciar una tímida y silenciosa retirada de la izquierda caviar; la cual, cabizbaja, ha terminado posicionándose al lado de la oposición de derecha.

¿Esto podría significar una alianza derecha-caviar? Claramente ambos bandos desean lo mismo; esto es, la renuncia o vacancia de Castillo. A pesar de tratarse de realpolitik, muchos elementos de la derecha han rechazado fervorosamente cualquier tipo de colaboración con los caviares, lo cual no solo es poco serio, sino que perjudica al país, ya que se trataría de una decisión política basada en criterios pragmáticos, al margen de las ideologías.

El deseo popular y de la clase política es claro, lo que falta cuajar es la modalidad de la salida de Castillo. Ya sea obligando a Castillo a renunciar a traves de marchas, como las acontecidas en noviembre del 2020 con Merino  o impulsando un esfuerzo coordinado en el Poder Legislativo para impulsar una moción de vacancia, una vez definidos los lineamientos de la salida de Castillo el objetivo, tanto la derecha como de los caviares, debe mantenerse firme.

Asimismo, ya es evidente el cambio de postura de los líderes de opinión caviares, los cuales, avergonzados y desacreditados, tratan de criticar al gobierno que tanto apoyaron (directa o indirectamente) y del cual deseaban formar parte. ¡Qué suerte tienen estas personas de que la memoria colectiva de los peruanos no dura más de nueve meses! Pues si otro fuera el caso, este incidente sería muy bochornoso para ellos. 

Mientras más pronto salga Castillo, más rápido podremos deshacernos del desgobierno actual y regresar al mediocre escenario político de siempre, el cual –por comparación– ahora parece de excelso nivel. Sin embargo, ¿puede un país recuperarse de la desmoralización que conlleva tantas crisis políticas consecutivas?