La política y sus peligros

Caminar por los vericuetos de la política, tiene sus bemoles. Para ser más claro, tiene riesgos y peligros, tanto fácticos como legales.

Hay tres grupos de personas que entran en la política. El primer grupo es el que lo hace consciente de los riesgos y peligros, pero que es más fuerte que ello su ánimo de contribuir con el país y actuar con absoluta decencia y honradez. El segundo grupo es el de aquellos que conociendo también los riesgos mencionados los supera, pues su ánimo es beneficiarse personal e indebidamente del poder que otorgan los cargos públicos; eso es superior a los riesgos. El tercer grupo, es el que está en la luna de Paita y en el sol de Colán; están fuera de la realidad y no son conscientes ni de porqué incursiona en la política, como tampoco de sus peligros.

Ahora pasemos a los riesgos y peligros fácticos. Pues bien, entre ellos está la pérdida de privacidad, el que te aborden en cualquier circunstancia o ubicación para hacerte sugerencias o también reclamos. El que algunos miembros de la prensa desubicados pretendan tomarte declaraciones en la puerta de tú vivienda, como si no tuvieras despacho para atención al público. Igualmente los que a través del teléfono, redes, Whatsapp y correos te insultan. E incluso te dejan más huérfano que Adán en el Día de la Madre, pues destrozan tú árbol genealógico. Lógicamente nadie es una moneda de oro, que gusta a todos. A algunos les simpatizarás y a otros no, así es la vida, aunque la educación y urbanidad deben llevar al trato cortés.

Además de los riesgos factuales, se encuentran los legales, pues tenemos que quienes llegan a altas funciones públicas –por ejemplo, los ministros– no pueden ejercer actividad lucrativa, ni intervenir en la dirección o gestión de empresas ni asociaciones privadas (art. 126 de la Constitución). Ello no admite excepciones, de donde tenemos que un ministro no puede seguir en la junta calificadora o disciplinaria de su club, ni puede integrar la directiva de la asociación de padres de familia del colegio de sus hijos, como tampoco la directiva de la junta de propietarios de su edificio. Hay que establecer excepciones.

En lo que se refiere a las contrataciones del Estado, no pueden contratar con el Estado el cónyuge, conviviente o parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad de los altos funcionarios estatales. No es que no puedan contratar en el organismo público en el que el pariente sea la voz cantante, sino en ninguno, así el pariente no tenga nada que ver en sus determinaciones (art. 11 Ley 30225 en TUO). Evidentemente un exceso que requiere corrección.

También existe una amplísima relación de altos funcionarios, que hasta que terminen los cinco años posteriores a su cese en el cargo, están considerados como Personas Expuestas Políticamente (PEP) para efectos de la Unidad de Inteligencia Financiera, con exposición de sus cuentas financieras personales o conyugales, empresas de las que sean directores o funcionarios. Eso constituye limitantes, aunque con el buen propósito de evitar el lavado de activos (Ley 27693)

Igualmente para ser candidato en diversas elecciones para cargos públicos, al igual que para el ejercicio del cargo, se tiene que presentar la Declaración de Intereses; pero no solo con la información personal, sino también la de diversos parientes, sepas de ellos o no, tengas relación con ellos o no. Otro exceso (Ley 31227).

Como vemos hay que ser muy patriota para participar, de buena fe, en la política.