La mala fe del periodista y la minería nacional

Desde semanas atrás algunos medios y periodistas, desde sus atalayas mediáticas, radiales y con exitosa audiencia, desarrollan una campaña de mala fe contra la minería moderna y una defensa absolutamente parcial y llena de medias verdades y mentiras de la minería artesanal, informal o en vías de formalización, según como quieran llamarla.

Antes vale decir bien que defender a la minería moderna no representa en absoluto atacar a la minería artesanal de los miles de medianos y pequeños empresarios que tienen voluntad legítima de formalización y que no esconden tal propósito. Así, al final del día, no debería existir ninguna contraposición entre la gran minería moderna con la pequeña y mediana minería, en un país minero por historia; como tampoco una lucha de clases entre “grandes y pequeños”, mineros como alguna parte de la política nos intenta presentar.

Pero vayamos a lo nuestro. Un periodista repite machaconamente varias ideas fuerza que son parte de un relato no solo falso sino de “mala leche”, como se suele decir. Según este periodista, “hay grandes mineros que quieren meter bala a los mineros artesanales” solo por el hecho de serlos. ¿Qué “gran minero” o qué gran empresa minera ha dicho lo anterior? ¿Qué gremio de la “gran minería” ha declarado en comunicados o publicaciones que “deben meterle balas” al mundo minero artesanal, pequeño o mediano? Semejante opinión no sólo es falsa, además genera una animadversión gratuita contra la gran minería y la minería moderna (por utilizar estándares sociales, ambientales y laborales) y abona la construcción de un escenario de división y de lucha de clases entre sectores capitalistas.

La responsabilidad de la formalización de los miles de mineros artesanales, medianos y pequeños no depende de las “grandes empresas mineras”, ni hay una posición contraria de los gremios de la gran minería contra el proceso –además fallido– de la formalización, sino todo lo contrario. Es el Estado en su conjunto, con sus autoridades, sus políticos, sus partidos y sus instituciones el responsable directo del eterno fracaso de la formalización. ¿Resuelve, por ejemplo, la extensión casi infinita del Reinfo la informalidad en la minería artesanal e informal? ¿Es culpa de los grandes mineros la extensión “política” del Reinfo?

Asimismo, el periodista en cuestión señala que hay “millones” de concesiones en manos de pequeños grupos familiares y empresariales “que no se explotan” (ociosas) y que están además en “comunidades que viven hace siglos” en esas zonas. ¿De dónde saca semejantes afirmaciones? ¿Qué es eso de “concesiones ociosas”? ¿Por qué se dice fácilmente que hay millones de concesiones en manos de grandes familias cuando el 70% está en manos de la mediana y pequeña minería? ¿Y las “comunidades que viven hace siglos” no han recibido enormes beneficios; como Fuerabamba, que ha logrado rentas directas por más mil millones? En todo caso, si algo hay que discutir sobre mejorar los beneficios de las comunidades las puertas siempre estarán abiertas, pero entendiendo siempre que los recursos naturales son de la nación.

Es fácil gatillar desde una cabina, desde un set de televisión o desde el YouTube; es cierto que el periodista a veces tiene “excesos” que son entendibles; sin embargo, si estos se arropan con mala fe debe señalarse claramente. 

Hay una campaña exitosa contra la minería moderna en favor de la minería en vías de formalización; una campaña que, en principio, no debería ser tal porque no existe contradicción alguna. Aquí la única campaña que debería hacerse es contra la minería ilegal y sus nexos en la política y el periodismo. Pero de eso, nada.