Dante Olivera

La instrumentalización de las diferencias

Lo que no me hace igual, me hace peligroso

La instrumentalización de las diferencias
Dante Olivera
26 de octubre del 2023


“Deberías no tragarte todas esas historias de los negros. […] Ahora tengo a dos chicos que van a ser responsables por mi vida, y no son tan buenos como los otros chicos. Lograron tener el empleo solo porque son negros, no porque fueran los mejores”.

La conversación anterior pertenece al mundo de la ficción. Es una conversación entre Derek y su padre en el recuerdo de Danny, tratando de entender dónde comenzó todo el odio hacia los afrodescendientes por parte de su hermano, un convencido neonazi, en el ya clásico film American History X (1998). Esta parte de la película me hizo recordar la famosa sentencia del Tribunal Supremo que eliminaba la discriminación positiva en Estados Unidos en el mes de junio. “Un retroceso en los derechos”, se afirmaba por el lado progresista.

A pesar de haber pasado 25 años del estreno de este clásico, y que su mensaje antirracista caló mucho en una sociedad que tenía una marcada tradición racista, parece ser que las vías de solución se fueron en una dirección equivocada: de ser una sociedad racista y de exclusión a los afrodescendientes, pasó a ser una sociedad del “resentimiento” por el exceso e instrumentalización de las acciones afirmativas. Esto se ejemplifica en que parte del odio del padre de Derek a ese sector de la población era por los excesivos beneficios y privilegios que estos tenían. Este peligroso fenómeno social no solo se queda en nuestras diferencias raciales, sino que va más allá y se extiende a casi todo el globo.

El auge y consolidación de la “nueva izquierda”, una izquierda indefinida, en la segunda mitad del siglo XX trajo consigo nuevas teorías sociales. Tal vez la más conocida sea la interseccional, que consiste, a grandes rasgos, en que los individuos podemos sufrir opresión o tener algún tipo de “privilegio” en base a nuestra pertenencia a múltiples categorías o factores sociales. Hay una división y encasillamiento de las personas en base a determinadas características. El prototipo de enemigo para esta categoría vendría a ser el hombre occidental, blanco, capitalista, cristiano y heterosexual, el cual es el responsable de la opresión que sufre una persona perteneciente a las otras categorías.

¿Cuál es el problema y el peligro? Me preocupa en demasía (en esta teoría y otras afines) que dividan apriorísticamente a los seres humanos y que hagan más énfasis en las diferencias que en las similitudes que tenemos. Esto puede derivar en nefastas políticas públicas de carácter identitario que, a la larga, generan resentimientos por parte de los sujetos con las categorías de “opresores”, y la instrumentalización por parte de los sujetos en las categorías de “oprimidos”.

Un ejemplo del resentimiento y revanchismo es la elección de Trump en Estados Unidos: los votantes estadounidenses pueden haber estado largo tiempo esperando un líder que recoja todos esos sentimientos de revancha contra las élites que benefician a los “oprimidos” y que tiene un discurso políticamente incorrecto contra una agenda progresista (“América volverá a ser grande”). 

Pensamientos parecidos se pueden estar gestando en diversas partes del globo, “¿Por qué le tienen que dar esos privilegios a “X” minoría sexual por solo ser minoría sexual?”. “¿Por qué, a pesar de demostrar que tengo una mejor capacidad, se le tiene que dar ese puesto a una mujer por el solo hecho de ser una mujer?”. “¿Por qué se le está prestando mucha importancia a las cuestiones de género en mi país, mientras que yo no tengo trabajo y la pobreza aumenta?”. Son algunas preguntas que pueden estar gestándose en diversas sociedades en base a las diferencias y privilegios que hay.

Por otro lado, también parece haber una evidente instrumentalización de estos grupos y sus diferencias, en vez de verlos como fines en sí mismos y tener adecuadas políticas públicas. Un “oprimido” vale solo por estar de acuerdo con la teoría interseccional o por prestarse para ello. Presupongo que una mujer indígena, no cristiana y no heterosexual que se opone a esta teoría tendría menos importancia que una que la sigue al pie de la letra.

La educación que se brinda actualmente en las universidades, que es donde se gestan las ideas oficiales del mañana, nos debería dar una señal de hacia dónde estamos yendo. Y si es la dirección correcta.

Dante Olivera
26 de octubre del 2023

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