Estrategia política: la cuarta pata de la mesa del directorio

El modelo que desde la década del noventa permitió disminuir la pobreza, desarrollar mercados y potencia empresas, ha volado en mil pedazos: la pandemia lo extinguió. Nada va a ser igual, los mecanismos de comunicación e interacción con el poder político que sirvieron al empresario hasta el 15 de marzo se han vuelto obsoletos, de sopetón. La dirección de empresas requiere hoy, con carácter imprescindible, asesoría en estrategia política.

Una consecuencia inmediata de la pandemia en Perú es la desaparición del balance y de los mecanismos de interacción entre la empresa privada y el poder político. El escenario político se moverá entre un nefastamente actual Estado hipertofriado e intervencionista, con notable competencia populista por capturar clientelismo y un deseable Estado fuerte de dimensiones racionales.

No me refiero al lobista ni el hombre del maletín, piezas enviadas al museo, por el compliance precedido por las cámaras omnipresentes y el acceso global a la información en tiempo real. Me refiero a la creencia de que los riesgos y amenazas provenientes del entorno político pueden ser manejados exitosamente con la participación exclusiva del abogado y el PR, La mesa de tres patas (Dueño-Abogado-PR) se ha vuelto inestable y el embate del mundo político amenaza con derribarla y derribar la empresa.

Para la consecución de un entorno amigable, le hace falta una cuarta pata a la mesa: el estratega político, un profesional que solo, o encabezando un equipo profesional, sea capaz de entender los escenarios políticos y diseñar la estrategia para prevalecer. 

El abogado o estudio de abogados seguirá siendo pieza clave para marcar los límites y proveyendo las herramientas jurídicas y administrativas. Pero es necesario entender que estas han pasado a ser herramientas de contención en un entorno legislativo y criterios jurídicos inestables y cambiantes, debe quedar claro que el problema, aunque tiene facetas legales, no es esencialmente jurídico.

El PR o la agencia de PR seguirán siendo fundamentales para dirigir e implementar el plan comunicacional, imprescindible para la ejecución de la estrategia. Pero su eficacia está sujeta al diseño previo de una estrategia política.

Debe quedar claro que dados los riesgos, amenazas y oportunidades para la continuidad saludable y ojalá el crecimiento de las operaciones que nacen en el mundo político, el diseño estratégico debe ser hecho por un cerebro o cerebros de estructura y experiencia política, con capacidad de entender la lógica empresarial.

El CEO que desee prevalecer en este entorno debe entender que la política no es más un ruido, sino parte del medio ambiente empresarial. Debe aceptar que política y economía que ya habían dejado de moverse en lineas paralelas, van a estar cada vez mas imbricadas, que la esfera del mundo de los negocios está inmersa en una esfera mayor: el ambiente político, la atmósfera en la que respira, crece, vive o muere.

Las categorías lógicas del razonamiento político son distintas a las de la lógica puramente empresarial. Todas las escuelas de negocios han fallado al no anticipar lo que hoy es una realidad, por lo tanto, pocos de los innegables grandes cerebros de la empresa, llevan instalada capacidad política. La alta dirección, para prevalecer, va a requerir la concurrencia del estratega político, capaz de analizar y anticipar los escenarios políticos para detectar riesgos, amenazas y oportunidades para la buena marcha de los negocios. 

Una mesa de cuatro patas. El estratega político diseña escenarios de corto, mediano y largo plazo, y propone estrategias alternas para cada escenario. El dueño o CEO decide. El abogado delinea los limites y proporciona las herramientas legales de contención. El PR diseña y despliega la estrategia comunicacional e interactúa con el estratega político para las correcciones inevitables de toda estrategia, al hacer contacto con la realidad.