Aldo Llanos

¿Es Francisco un Papa marxista? (II)

La polaridad de las interpretaciones no debe ser razón de conflicto sino de diálogo

¿Es Francisco un Papa marxista? (II)
Aldo Llanos
17 de junio del 2022


La elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa el 13 de marzo del 2013 supuso un freno para el avance de una concepción de la Iglesia Católica que se estaba convirtiendo en hegemónica luego de la caída del Muro de Berlín y del atentado a las Torres Gemelas (el 11-S): el neoconservador. Sus propulsores se caracterizan por ser “catocapitalistas” (neologismo acuñado por el filósofo italiano Massimo Borghesi), en el sentido de sostener que la defensa del capitalismo es inherente al cristianismo; y por ser “teopopulistas”, en el sentido de que conciben la participación política como la implantación de una “política cristiana” (Ver mi artículo “
La vacancia y la superación de los teopopulismos”).

De acuerdo a esto, para los neoconservadores es fundamental tener en claro quién o quiénes son los enemigos, ya que a partir de este reconocimiento se va construyendo “la” (una supuesta) identidad cristiana. Por ejemplo, si estos son catocapitalistas y teopopulistas, entonces uno de los enemigos por excelencia será el comunismo marxista y todo lo que provenga de este. 

En efecto, tal y como lo señalan los teólogos Daniel Bell Jr., y William T. Cavanaugh en La economía del deseo y en Ser consumidos, respectivamente, los neoconservadores no conciben la unidad social como una “unión en la diferencia”, en la que Dios nos “primerea” por medio de su Gracia, capaz de convertir a las personas que a su vez regeneran todas las relaciones sociales a raíz de esta experiencia. En cambio, sostienen que la unidad social se consigue si se instala el andamiaje del capitalismo, en el que el mercado, por sí mismo, equilibraría las relaciones sociales en una clara separación radical entre las esferas de lo natural y lo sobrenatural. Sobre esto reflexiona profundamente el economista peruano Dante Urbina en sus libros Economía para herejes” y La economía irracional”. 

Sin embargo, para el Papa Francisco la Iglesia Católica y el cristianismo en general no construyen ni pueden construir su identidad por la vía del antagonismo (tal como lo hacen los neoconservadores y los marxistas) sino al reconocer que su identidad proviene de su semejanza con Dios y su ternura que apuesta por todos con misericordia: “… la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios. Aquello que encanta y atrae, aquello que doblega y vence, aquello que abre y desencadena no es la fuerza de los instrumentos o la dureza de la ley, sino la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia” (Francisco, 2016) 

En ese sentido, el Papa Francisco entiende –al igual que lo hicieron San Pablo VI, San Juan Pablo II y Benedicto XVI– que la Iglesia es más un hospital de campaña que abre sus puertas para todos los heridos que buscan ser sanados (aunque procedan de bandos en disputa), que un club que se reserva el derecho de admisión. Sin embargo, para muchos neoconservadores esto implica asumir en la práctica un “marxismo eclesial” y la “liquidación de la sana doctrina”.

Aquí se hacen notorias las fuentes intelectuales del pensamiento del Papa; especialmente la teología del alemán Romano Guardini, para quien la polaridad en la interpretación de la realidad no puede ni debe ser razón de conflicto sino de diálogo que abre nuevas perspectivas y posibilita encuentros. También la clave dialéctica de la teología espiritual del jesuita francés Gastón Fessard, para quien es fecunda la tensión entre lo natural y lo sobrenatural lejos de cualquier reduccionismo maniqueísta. Y la teología del pueblo, que propone caminos de reconciliación evitando que la polaridad se transforme en conflicto y exclusión. 

La racionalidad del Papa Francisco asume entonces vivamente la tradición jesuítica del discernimiento, que implica estar siempre abierto a las polaridades, ya que de la tensión entre estas se encuentra la verdad a la luz de la fe. Y esto tampoco tiene siquiera algo de marxismo.

Aldo Llanos
17 de junio del 2022

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