En tiempos de justicia plebiscitaria no importa el plagio

En el 2010 el Tribunal Constitucional (TC) emitió la sentencia en el Caso Cementos Lima contra el Ministerio de Economía y Finanzas. La sentencia generó polémica por dos razones: la primera, porque concluyó que era inconstitucional que se grave con arancel cero al cemento importado; y la segunda, porque parafraseó una sentencia de la Corte Constitucional de Colombia. No la copió o plagió, como fue informado por la prensa en su momento, sino que la parafraseó. Este hecho fue aclarado por el Tribunal Constitucional.

El titular de la noticia fue “Denuncian que TC habría plagiado fallo colombiano en sentencia sobre aranceles del cemento”. El titular fue escandaloso y sirvió para cuestionar la idoneidad de los jueces que suscribieron la sentencia. La realidad probó que el TC no plagió sentencia alguna, sino que parafraseó jurisprudencia, lo que no es incorrecto.

Después de ocho años, hemos sido testigos de que en la detención preliminar de Keiko Fujimori y diecinueve personas más, el juez en su decisión copió íntegramente el requerimiento fiscal, el cual contenía errores de escritura. Por ejemplo: “Húmala” con acento y “Fuer Popular”, omitiendo las letras “za”.

El fiscal puede equivocarse al redactar sus requerimientos o contar los hechos. Justamente el juez, en teoría y por ser imparcial, garantiza que los errores fiscales no afecten los derechos de las personas. Lo grave de la decisión de detención preliminar es que el juez copió el requerimiento fiscal, incluidos sus errores de escritura, lo que evidencia su falta de imparcialidad. Omitió realizar su función de analizar, razonar y escrutar los alegatos y elementos de convicción aportados por el fiscal, para convertirse en papel calca; es decir, en un ser sin razonamiento, que simplemente se dedicó a copiar y pegar.

¿Qué aptitud o cualidad digna de admirar tiene un juez que en sus decisiones simplemente copia y pega lo que le cuenta el fiscal? Yo diría que ninguna. Un juez que copia y pega es un peligro latente para el sistema de impartición de justicia, una fisura para el Estado constitucional que no ampara el abuso y una clara muestra de que el proceso para los investigados no será justo o equitativo. El don divino de la justicia no proviene de las encuestas o la notoriedad pública, sino del coherente razonamiento expresado por el juez en sus decisiones, sin importar la identidad de los investigados.

Keiko Fujimori no es la primera investigada que ha visto anulados sus derechos por la copia y pega del juez Concepción. El Partido Nacionalista, en la decisión de incautación de su cuenta bancaria, también comprobó que el juez Concepción copió y pegó lo que el fiscal le contó en su requerimiento. En este sentido, Wilfredo Pedraza en su apelación a la incautación alegó como agravio que “el juez, sin añadir una coma y sin ningún razonamiento jurisdiccional, ha copiado literalmente las dos páginas del fundamento del requerimiento y lo ha convertido en una decisión judicial”. Lamentablemente, este agravio no fue analizado por la Sala Superior, pero ha quedado registrado en su decisión.

Platón en su libro La República se pregunta: ¿Consistirá la justicia en hacer bien a los amigos y mal a los enemigos? ¿La justicia será entonces servir a los perversos y perjudicar a las gentes de bien? Las respuestas a estas preguntas tratan sobre lo que es la injusticia.

Hacer el bien para los amigos es injusto si no tienen la razón. Hacer el mal para los enemigos es injusto si tienen la razón. La justicia penal se analiza e imparte, caso por caso, hecho por hecho, prueba por prueba, sin copiar y pegar lo que el fiscal le cuenta al juez.