Dante Bobadilla
El virus rojo
Hoy gobierna la izquierda en pleno

Un ilustre caviar dice hoy que “ser político es decidir quién vive y quién muere”. Y agrega que eso es lo primero que se aprende en una clase de teoría política. No sé dónde aprenden política los caviares pero deberían cambiar de escuela, ya que esa definición se ajusta mejor a la de un terrorista. La política es en esencia el uso del poder para servir a la sociedad, no para decidir quién vive o quién muere. Sin ninguna duda, nuestro caviar debe estar refiriéndose a un político comunista. Esa es la clase de política que practica la izquierda.
Y justamente una política de izquierda es lo que advertimos en este gobierno de facto, en el que existe una nutrida concurrencia de socialistas, como si el Frente Amplio hubiera ganado las últimas elecciones. Hasta donde recuerdo, la izquierda quedó tercera. Pero hoy gobierna la izquierda en pleno. ¿Quién los puso allí? Un presidente accesitario que abusa de un cargo para el que no fue elegido, pervirtiendo claramente la voluntad popular expresada en las urnas. Hoy tenemos un gobierno con propuestas de izquierda. El ministro de Transportes sugiere ampliar la red de ciclovías para aliviar la aglomeración en los buses del Metropolitano; es decir, pretende convertirnos a todos en ciclistas. Además quiere crear una “aerolínea de bandera” a costo del Estado. Son los sueños de todo progresista.
El ministro de Educación, ante la queja por el material educativo ideologizado que el Minedu está trasmitiendo, ha dicho muy suelto de huesos que por fin están ocupándose de temas que nunca antes se habían tocado, como la discriminación en la sociedad. Anuncia incluso que incidirán en ese material educativo orientado a “temas sociales”. ¿Qué es eso? Tal material no tiene nada de educativo. Es un compendio de teorías sociológicas marxistas que imponen una determinada visión de la sociedad. En buena cuenta, es puro adoctrinamiento ideológico que pretende inculcar en los niños una manera concreta de entender la realidad y el mundo. Eso es religión, no educación. La izquierda ha sacado el curso de religión católica para poner el suyo.
Desde la visión de la izquierda, la política no es servir a la sociedad sino crear una sociedad nueva, con toda una nueva cultura llena de valores como la solidaridad. El fin es crear al nuevo hombre para la nueva sociedad. Las revoluciones comunistas buscaron ese propósito idealista y solo condujeron a genocidios masivos y a la destrucción cultural. Eso incluye, por supuesto, al Perú, donde el velascato también jugó al diseño social, buscando erradicar la nefasta cultura del capitalismo y crear al “nuevo hombre peruano” con valores autóctonos. El resultado final fue el terrorismo y la crisis económica más espantosa de la historia. Las secuelas del velascato se sienten hasta ahora en nuestra empobrecida cultura, que nunca recuperó el nivel que tuvo en los años sesenta, en ninguno de los campos.
Estamos hasta el cuello de los experimentos sociales de la izquierda. Pero no tienen cuándo acabar. Gobierno tras gobierno hay que volver a soportar a los trasnochados que nos imponen la guía del dios Estado, insisten en modificar a la sociedad, cambiar los valores, concientizar, crear una nueva cultura y desterrar las taras del capitalismo, como el egoísmo, los estereotipos o la discriminación, que son en realidad características humanas y procesos cognitivos básicos. Ya no se trata ahora de erradicar la pobreza. Han fracasado en ese propósito. Lo que ahora busca la izquierda es erradicar “taras sociales”, como la desigualdad. Son pues los “científicos sociales” que pretenden convertir a toda la sociedad en un laboratorio de experimentación. Y desde luego, ellos sí deciden quién vive y quién muere.
La política sana y bien entendida busca resolver problemas. Pero los problemas reales, no problemas ideológicos como la desigualdad, o conductuales como la discriminación. En el mundo real la desigualdad no es un “problema”, sino parte intrínseca de la realidad. La igualdad no existe, es solo un concepto. El único lugar donde se puede aplicar la igualdad es en la producción serial y masiva de la industria o en corrales de animales, pero de ninguna manera en la sociedad humana. Tal pretensión es un absurdo muy peligroso.
La discriminación social es lo que más practica la izquierda. En ese sentido es cierto: ellos deciden quiénes viven y quiénes mueren, quiénes quiebran, quiénes cobran, quiénes son perseguidos y aniquilados. El odio de clase es el fundamento de la política y de la educación de la izquierda. Incluso la educación escolar. Pero… ¿quién votó por ellos?
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