Iván Arenas

El relato del toledismo ha muerto

El relato estaba basado en la superioridad moral y ética frente al fujimorismo

El relato del toledismo ha muerto
Iván Arenas
24 de octubre del 2024


La corrupción no paga en el Perú. Ese debería ser un mensaje fuerte: quien la hace la paga. Alejandro Toledo ha sido condenado a 20 años de prisión por la justicia peruana. Es altamente probable que el ex presidente –si no media un indulto– muera en prisión. Pero además esta sentencia judicial “ha matado” el relato del toledismo. 

“Quien logra convencer a los demás de que posee la verdad tiene poder. El poder de contar lo que pasó y lo que está pasando”. Nadie como el argentino Gustavo Gonzales, el director de Perfil, ha logrado definir de manera sencilla lo que es un relato. Estos tiempos son de relatos, y el toledismo se posicionó, ganó y se fortaleció con un “relato” muy poderoso, aceptado por todos, medios, sociedad y opinadores. En ese relato no solo estaba que Toledo era un “error de la estadística” o que era un “lustrabotas” de vida paupérrima. No, en absoluto. El “relato del toledismo” fue más grande, más poderoso. Causó espanto y robó fuerzas, como dice el poema.

El relato del toledismo estaba basado en la superioridad moral y ética frente al fujimorismo. La superioridad del toledismo no estaba en la vida mundana o banal de la política, la superioridad del toledismo no era de este mundo. Estaba fuera de la política, estaba en el terreno agustiniano. El fujimorismo estaba hecho en Babilonia, el toledismo se imaginaba en el reino de la gracia. 

La sentencia a Toledo, entonces, ha matado el relato del toledismo. Vale recordar que el “toledismo” iba más allá que el propio Toledo. Se nos dijo que el “toledismo” era una forma de hacer política, una forma pulcra, decente y honesta. "Yo no quiero ser presidente del Perú para robarle a los pobres, como lo han hecho en los últimos quince años", dijo Alejandro Toledo, el candidato en su cierre de campaña del año 2001.

El toledismo fue la antítesis del fujimorismo. El toledismo fue la corriente buena versus el malvado fujimorismo. En cierta manera, ese antifujimorismo, esa guerra de religiones, esa pasión con la que se desangra la vida política entre “antis”, fue fortalecido por ese toledismo de la ética y la moralidad. 

Hoy, cuando la justicia peruana ha declarado culpable de corrupción a Alejandro Toledo, también ha decapitado a los que fogonearon ese toledismo, los que usaron ese toledismo para ganar elecciones, apabullar adversarios, judicializar opositores.

Los medios y periodistas que en su día convirtieron al “toledismo” en una fuerza moral y ética bajan la guardia, como el cocodrilo antes de cazar una presa; no lo hace porque está arrepentido, sino porque quiere dar el zarpazo.

Así el “toledismo” ha muerto; los toledistas, en cambio, siguen de pie.

Iván Arenas
24 de octubre del 2024

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