Juan Sheput

El peso político de la alcaldía de Lima

Cuenta con más de un tercio de la población electoral del país

El peso político de la alcaldía de Lima
Juan Sheput
07 de octubre del 2022


El alcalde de Lima Metropolitana tiene un peso político tan gravitante que se suele señalar que es el segundo cargo público más importante del país, después del presidente de la República. Representar a más de un tercio de la población electoral le confiere esa importancia. Así lo han sabido, desde un primer instante, Luis Bedoya Reyes, Eduardo Orrego, Alfonso Barrantes, Jorge del Castillo, Ricardo Belmont, Alberto Andrade y Luis Castañeda Lossio. Según el caso, fueron soporte vital o piedra en el zapato del gobernante de turno.

De los nombrados tal vez el caso más emblemático fue el de Alberto Andrade Carmona. Su gestión abarcó el periodo más duro del fujimorismo, desde 1996 hasta el 2002. No contaba con recursos económicos, se los negaban, tampoco con una bancada parlamentaria, pero tenía un gran predicamento e influencia en la sociedad. Fue símbolo de la lucha contra el terrorismo desde la alcaldía de Miraflores y de la resistencia contra la dictadura fujimontesinista desde la alcaldía de Lima. Eso no le impidió hacer una gran cantidad de obra y acciones públicas que son muy recordadas por la ciudad: desde la Vía Expresa de la Av. Javier Prado hasta las Bienales Culturales y el apogeo de temporadas de teatro y danza. Convirtió a Lima en referente cultural de América Latina. Cuando sufrió los problemas de recaudación con el Gobierno central, no se amilanó ni se convirtió en humillado visitante pedigüeño de Palacio de Gobierno, más bien creó el Sistema de Administración Tributaria (SAT). Su enfrentamiento como opositor con Alberto Fujimori no le impidió ser uno de los mejores alcaldes que ha tenido la ciudad. 

Es que Alberto Andrade tenía oficio político, que aderezaba con una gran dosis de carisma. Desde sus inicios en el PPC frecuentó a políticos de la talla del mismo Luis Bedoya Reyes, y luego construyó un entorno multipartidario con el cual intercambiaba reflexiones políticas. Recuerdo mucho nuestras conversaciones en el Foro Democrático, hacia fines de los años noventa, con Tito Borea, Javier Diez Canseco, Ángel Delgado, entre otros. 

El virtual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, es consciente del rol que le tocará asumir y de que no sólo se le juzgará como gestor, sino también como político. No faltarán los oportunistas de siempre que le aconsejarán que se reúna “hasta con el diablo”, lo cual sin duda lo llevaría al infierno del rechazo popular. Tampoco faltarán los que, tal y como lo hicieron con Manuel Merino, impulsados por el temor a perder sus consultorías y privilegios, ya le estarán exigiendo que cumpla con sus promesas, a pesar de ni siquiera haberse convertido en alcalde electo, proclamado. Tampoco faltarán los que juegan a la política, con sus pequeñas traiciones, exigencias y ridiculeces. Estos últimos suelen ser los peores. Mantenerse alejado de ellos debe constituir una prioridad para el nuevo alcalde. 

En fin, del entendimiento de la política en las grandes ligas dependerá el éxito de Rafael. Desde aquí esperamos que así sea. 

Juan Sheput
07 de octubre del 2022

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