El mundo está hoy en guerra

Hay acuerdo en los expertos respecto a que las guerras contemporáneas se pelean con cada vez mayor relevancia en campos distintos al tradicional enfrentamiento militar. Ciberataques, guerra comercial, desinformación, terrorismo, ataques biológicos, generación o exacerbación de conflictos sociales, subversión ideológica, subversión clásica, infiltración de los inner circles de toma de decisión política relevante, actividades delictivas como el narcotráfico y el comercio ilegal de oro, compra de líneas editoriales para destruir actuales y probables adversarios potencialmente peligrosos, “empujoncitos” mediáticos para encarcelar políticos, defenestrar gobernantes y cerrar parlamentos son algunas de las tácticas de combate características de los conflictos asimétricos de hoy en día. 

Lo dicho, que no elimina (como creen algunos antimiltaristas) la posibilidad de un conflicto a tiros, transforman el campo de la defensa de campo único o principal de preocupación a uno de los muchos campos de los que debe preocuparse. Esto obliga a una interacción profesional y fluida de organismos de defensa, inteligencia y seguridad interna, a menudo diseñados, estructurados y conformados para una realidad hoy anacrónica. Toca a cada país modernizar a la carrera la composición humana de las agencias de defensa, seguridad e inteligencia, reclutando pronto cuadros experimentados de otros campos, mientras rediseña la selección, formación y control de los futuros cuadros.

Lo descrito en el primer párrafo, lleva por deducción lógica a concluir que en este momento ya se está peleando la Tercera Guerra Mundial. Es evidente el enfrentamiento de USA con China, y de Rusia e Irán, además de los proxys de estos últimos (Cuba, Venezuela y Nicaragua son los más evidentes en la región, aunque México, desde la elección de AMLO, cae en el mismo cajón). Dado que la imparcialidad se hace imposible en un mundo globalizado, los estados, sus gobiernos, sus políticos y el alto mando de sus Fuerzas Armadas deben ser prudentes y acuciosos a la hora de tomar decisiones que serán entendidas (con o sin razón) como toma de posición. Sostener o variar decisiones y respaldos previos tienn hoy una mayor relevancia.

La cercanía geográfica es sin duda el primer elemento a evaluar; seguido de la cercanía o lejanía ideológica entre los pueblos, la preexistencia de alianzas con países limítrofes (EEUU con Colombia, Chile y Brasil en el entorno peruano contemporáneo), así como la tradición de respaldo a sus aliados o ausencia de esta. La fortaleza militar y económica actual de las potencias, el impacto de potenciales sanciones económicas y la ubicación de los probables teatros de operaciones, en caso de que el conflicto escale, depositan una enorme responsabilidad histórica sobre los hombros de quienes tomen decisiones y de quienes la respalden. El precio de las decisiones o de la inacción lo pagaremos todos, nuestros hijos incluidos.