Raul Labarthe

El hispanismo no es fascista

A pesar de lo que diga la izquierda radical

El hispanismo no es fascista
Raul Labarthe
23 de septiembre del 2022


Muchos ‘muñecos de paja’ se vienen levantando en contra de un movimiento emergente en redes sociales y en el Perú, como es el hispanismo. A quienes son contrarios al indigenismo marxista y plantean una revisión objetiva de la historia de España, del Virreinato del Perú o de los procesos de independencia, se les atribuye tener una ideología afín a la “ultraderecha” católica, al franquismo o al fascismo clerical. Esta columna pretende probar que esto es falso.

Grandes intelectuales de ambos lados del espectro político han realizado un juicio correcto de la historia de España y han combatido el indigenismo victimista, que nuestro actual presidente representa. Por ejemplo, tenemos el caso de Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA, partido de izquierda en sus orígenes, que desde un inicio se opuso a las líneas de acción política diseñadas por la Internacional Comunista con intenciones de fragmentar nuestros países en muchas “naciones”: 

Haya de la Torre, en un documento enviado al grupo Resurgimiento del Cusco, en 1927, dice: “Nuestro indigenismo no es el simplista sentimental concepto racial que ante la estúpida afirmación burguesa de la inferioridad de razas opone en un amargo grito de revancha la afirmación contraria de que toda raza de color es superior a la blanca. […] blancos hay por millones oprimidos en el mundo y hombres de piel cobriza oprimen sangrientamente en el Perú y América”.

Además, es conocido que su concepto de Indoamérica contiene en sí la afirmación de que el español debe ser defendido como parte de la Patria Grande que defendía. En diciembre de 1958, en una exposición organizada por el Instituto Cultural Columbianun, Haya decía: “conspirar contra la unidad de las dos grandes lenguas mayoritarias indoamericanas [el español y el portugués] es destruir un vínculo de coordinación y renegar de una gran fuerza conductora de cultura”.

Podría citar más muestras de que el aprismo se opone contundentemente al indigenismo racialista, que más parece reproducir las ideas nacionalistas de Fichte que inspiraron al nazismo, pero seguiré con otras personalidades. En 1952 Evita Perón, a pocos meses de fallecer, decía: “La leyenda negra —con la que la Reforma se ingenió en denigrar la empresa más grande y más noble que conocen los siglos, como fueron el descubrimiento y la conquista— solo tuvo validez en el mercado de los tontos o de los interesados”.

Fidel Castro, en 1992, decía ante su visita en Galicia: “Queremos seguir siendo esta maravillosa mezcla de españoles, de indios y de africanos. Nos sentimos privilegiados por eso. Es lo que nos dio la historia. Es lo que nos dio Dios, para los creyentes. Es lo que nos dio Santiago, hace dos mil años, y eso queremos seguir siendo, eso y parte del alma de España”. Ni siquiera, el ‘padre’ de la izquierda marxista-leninista en la región dejaba de reconocer el pasado y el legado religioso de España.

José Carlos Mariátegui, en su ensayo “El factor religioso”, indicaba: “Jesuitas y dominicos, por una suerte de facultad de adaptación y asimilación que caracteriza sobre todo a los jesuitas, captaron no pocos secretos. Y los indios, explotados en las minas, en los obrajes y en las "encomiendas" encontraron en los conventos, y aun en los curatos, sus más eficaces defensores”. No habla de ninguna Santa Inquisición quemando indios, como algunos pseudointelectuales financiados por oenegés internacionales en nuestro país pregonan hoy en día.

¿De dónde proviene entonces esta izquierda ‘progresista’ indigenista? Lo dice Marcelo Gullo en su libro Madre Patria, páginas 120 y 121: “A partir de 1929 la Unión Soviética también empleó en Hispanoamérica esta herramienta [la leyenda negra], dirigida a fomentar un fundamentalismo indigenista que desembocara en la creación de repúblicas indígenas que, provocando la fragmentación de los Estados existentes, desestabilizara lo que la URSS consideraba que era el patio trasero de Estados Unidos.”

Dice Gullo: “El APRA, al plantear desde la izquierda la creación de un partido «policlasista», le disputaba a la Internacional Comunista en Hispanoamérica el mismo espacio político, y, en consecuencia, esta se propuso la destrucción del aprismo, que pasó a ser considerado un enemigo mortal al que había que aniquilar. […] En sus objetivos, la Unión Soviética en nada difería de los planteados en su momento por Inglaterra y por Estados Unidos.”

Las citas son inacabables. Decir que el hispanismo es una empresa de la ultraderecha simplemente es un error. El actual indigenismo es un producto prefabricado que no hace más que disfrazar un imperialismo oculto. Muchas de las oenegés dedicadas a difundir este pensamiento son financiadas desde países de Occidente, y replican estos discursos que fueron creados para ser un instrumento de poder contra estados enemigos de las grandes potencias.

Raul Labarthe
23 de septiembre del 2022

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