Carlos Arnillas Denegri
¿El gato de despensero?
Martín Vizcarra y la lucha contra la corrupción
La semana pasada, mediante el Decreto Supremo N° 005-2019-PCM, el presidente de la República, Martín Vizcarra, declaró al 2019 como el “Año de la Lucha Frontal contra la corrupción y la impunidad”, con el fin de ratificar que durante su Gobierno la lucha contra la corrupción se constituirá en una política de estado de la mayor importancia.
Y es que Martín Vizcarra, como en otras oportunidades, no dudó en utilizar la renuncia del ex Fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, como un logro personal en la lucha contra la corrupción, haciendo leña del árbol caído. Sin embargo, no ha sido consciente de que una autoridad de su investidura no puede constituirse en el baluarte de lucha contra la corrupción si no demuestra una vida pública transparente. Algo que, lamentablemente, hasta el momento el señor presidente de la República no ha demostrado, al contar con más de 46 denuncias en el sistema judicial.
Por otro lado, si analizamos la carrera profesional del el ex fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, encontraremos que por más de 39 años exhibió una carrera profesional limpia y transparente. Incluso llegó a formar parte del grupo de fiscales que, arriesgando sus vidas, pusieron tras las rejas al aparato subversivo de Sendero Luminoso y el MRTA, tal como lo precisó el general PNP (r) y actual congresista de la República Marco Miyashiro.
Lo sorprendente de esta situación es que esos 39 años de transparencia profesional —que lo llevaron a ocupar cargos de gran responsabilidad, hasta llegar a la primera magistratura del Ministerio Público—, quedaron en nada a raíz de un audio filtrado por el IDL del Sr. Gorriti, vinculándolo a los “Cuellos Blancos del Puerto”, por haber participado en un almuerzo con la prensa. Eso dio lugar a una de las más despiadadas campañas mediáticas libradas contra peruano alguno, con 180 días de terribles titulares en los diferentes medios de comunicación. Todo ello lo obligó a renunciar después de su tremendo yerro de no ratificar, en víspera de fin de año, a los fiscales Pérez y Vela Barba, poniendo en peligro la suerte de las investigaciones sobre el caso Odebrecht.
Y es que para asumir el liderazgo de la lucha contra la corrupción, se requiere demostrar una vida pública impecable y transparente. Algo que hasta la fecha Martín Vizcarra no puede demostrar, al haber sido parte importante del corrupto gobierno de PPK e incluso haberse reunido con él y otros cuestionados miembros de Peruanos por el Kambio, en vísperas de su discurso a la nación de julio pasado. Recordemos que el verdadero responsable del proyecto del Aeropuerto de Chinchero, donde la actual presidente de EsSalud, Fiorella Molinelli, firmó la controversial adenda, fue él. Y lo que es peor aún, viene manteniendo en sus puestos a la mayor parte de la inoperante y corrupta burocracia del Gobierno de PPK. Eso nos lleva a preguntarnos si lo que realmente tenemos es al “gato de despensero”.
Señor Presidente. Si usted quiere pasar a la historia como la persona que luchó frontalmente contra la corrupción, el primer paso a dar es desmarcarse de aquellas personas que hoy lo acompañan y que buscan mantener precisamente lo contrario; es decir, la impunidad. El más conspicuo de dichos personajes es José Graña Miró Quesada, ex gerente general de Graña y Montero, principal socio de Odebrecht en el Perú y uno de los responsables del endeudamiento de varias generaciones de peruanos por más de US$ 20,000 millones, en obras de bajo impacto económico y social para el país. Y también propietario del mayor conglomerado de medios que actualmente sobreviven gracias a los recursos del Estado.
Asimismo debería solicitar públicamente a la nueva fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, la reapertura del caso Chinchero, así como los otros relacionados a las 46 denuncias que sobre usted obran en el Ministerio Público, para demostrarle al país que usted pregona lucha frontal contra la corrupción con el ejemplo. Los peruanos necesitamos hechos y no palabras. De lo contrario no tiene usted derecho de irrogarse dicho rol.
















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