El anticristo en la política (parte 1)

Contrariamente a lo que los no creyentes y algunos creyentes progresistas piensen, el anticristo es una figura que los cristianos esperan para un tiempo determinado. ¿Será este el tiempo? De los muchos pasajes neotestamentarios en los que puede inferirse su llegada, llama mucho la atención el de las tentaciones de Jesús en el desierto. En este, satanás intenta por tercera vez tentar al Señor con una propuesta que cualquier humano difícilmente resistiría: el poder sobre los reinos de este mundo. Sin embargo, Jesús se negó, pero habrá quién no se resista a dicha propuesta y termine adorando al demonio con todas sus fuerzas, mente y corazón con tal de obtenerlo. Y así, el anticristo hará su irrupción en la política.

Hoy en día, su figura va cobrando cada vez mayor relevancia dado que la cultura popular se ha encargado de personificarlo en el cine y la literatura y más aún, cuando vamos notando como el poder económico pareciera converger en un grupo reducido de empresas multinacionales y, políticamente, los esfuerzos mundiales están orientados a metas globales.

Pero esto no es cosa sólo del cristianismo. Para las otras dos grandes religiones monoteístas, existe su figura a quién llaman Al Maseeh Al-Dajjal, el “mesías embustero” según el islam, y Armilus según el judaísmo, quiénes tienen en común el relato de que el anticristo, obtendrá tanto poder al punto de parecer capaz de obrar grandes milagros. 

El cristianismo ha creído en su llegada desde sus primeros años. Además de las referencias en el libro de Daniel (7:8; 8:23-25; 9:26-27; 11:36-39), Mateo (24:23-24), 2 de Tesalonicenses (2:3-9); 1 de Juan (2:18,22; 4:1-3; 7) y en el Apocalipsis (13:1-10; 17:9-17), también se le menciona en La Didaché o “Enseñanza de los doce apóstoles” (65-80 d.C.), lo menciona Ireneo de Lyon en “Contra las herejías” (180 d.C.), Hipólito en “Sobre Cristo y el anticristo” y “Discurso sobre el fin del mundo” (s.III), Tertuliano en “Contra Marción” (210 d.C.), Cipriano de Cartago en “Cartas” (250 d.C.), Cirilo en “Lecturas catequéticas” (s.IV), Lactancio en “Instituciones divinas” (s.IV), Jerónimo en “Comentario de Daniel” y en “Homilía 3 sobre 2 Tesalonicenses” (s.IV) y San Agustín en “La Ciudad de Dios” (s.V).

¿Qué caracteriza a dichas menciones? Una cosa sustancialmente: que usará su poder político para liquidar la verdadera fe, frente al cual, nadie podrá detenerlo sólo el mismo Dios.

¿Qué lo caracteriza? El querer colocarse en lugar del Señor. Es un suplantador que buscará el aplauso y el concurso de la gente con tal de usurparle el lugar de adoración que sólo Dios merece. ¿Y se trata de una sola persona o de un grupo de personas? La actual exégesis cristiana se inclina más por lo primero sin negar que, a lo largo del tiempo, han operado agentes del anticristo hasta la llegada del definitivo, así como va operando su espíritu, llamado en 2 de Tesalonicenses como “misterio de iniquidad”, origen de un sinfín de persecuciones y crímenes en contra de los verdaderos creyentes.

¿Y qué lo caracteriza políticamente? De acuerdo a Deuteronomio 8:23, tendría una inteligencia superlativa capaz de convencer a los líderes mundiales de suscribir su propia agenda. De acuerdo a Deuteronomio 7:8, 11; 11:36, y Apocalipsis 13:5, tendría una oratoria brillante capaz de arrastrar a multitudes. De acuerdo a Deuteronomio 9:27 y Apocalipsis 17:11-12, sería capaz de pacificar contextos imposibles hasta antes de su llegada. De acuerdo a Deuteronomio 11:43 y Apocalipsis 13:16-17, reuniría también al poder económico para liderarlo. De acuerdo a Apocalipsis 6:2 y 13:2, tendría habilidades militares y de acuerdo a 2 de Tesalonicenses 2:4 y Apocalipsis 13:8, tendría un dominio de los contenidos religiosos lo suficiente como para proponer una religión nueva que contentase a todos.