Hugo Neira

Dos caras tiene el destino

Populismo y desgobierno

Dos caras tiene el destino
Hugo Neira
22 de septiembre del 2019


La situación meteorológica del continente: según la televisión francesa, Lima tiene el cielo
bouché. O sea tapado, cubierto, sin el sol que gozan en Quito, Caracas o Buenos Aires. No creo en la existencia de arcángeles ni intervenciones celestiales o demoníacas, pero es curioso que se acomode como metáfora a lo que ocurre en un gobierno amenazado desde sus propias entrañas por un adelanto de elecciones. Y una crisis inventada, con talento maquiavélico. Sin embargo, no estamos en los noventa. No necesitamos de un Alberto II para cerrar congresos para capturar a Abimael Guzmán. 

Entre tanto, leo los diarios, converso con amigos, tratamos de entender. Confieso que no acudo a las redes sociales. En cambio, observo qué sienten y dicen los diarios. ¿Y qué encuentro? Titulares como estos. «Corriendo a ninguna parte». Editorial del El Comercio, lo menciono sin rencor alguno. Me hicieron un favor, porque estos días, ando muy, pero muy ocupado. «El temerario juego del presidente» (Paredes Castro). «Un cronograma sin fechas precisas» (Martín Calderón).  «La democracia no es turba», Federico Salazar. Y en una de sus columnas, Mariella Balbi: «Odebrecht es el gobierno del Perú». En fin, el investigador británico John Crabtree —que tiene un libro, al alimón con Francisco Durand, que trata de la captura del Estado—, no nos hace un favor cuando dice «la política peruana nunca es aburrida». Vaya broma, con ese criterio, una quimioterapia tampoco es aburrida. Hay opiniones muy sensatas. La de Jaime de Althaus, el viernes pasado, «Superar ya el adelanto de elecciones». La idea de superar me parece más que atinada por la variedad de usos. Se supera cuando se mejora algo que va mal, un negocio o los líos de familia. «El gobierno tiene que aceptar que su pedido de adelanto de elecciones es inejecutable y que le está infligiendo al país una crisis innecesaria» (Althaus). 

En uno de sus artículos, Abusada Salah se pregunta si Vizcarra es un populista. «El populismo que vemos resurgir en el mundo desarrollado ha sido el mal endémico más grave de Latinoamérica en el siglo pasado». Aprecio que diga que el populismo es un maniqueísmo, puesto que hace poco usé ese concepto. Lo mejor de su crónica es haber entendido al presidente Vizcarra. No ve uno sino dos. ¿Populista? No lo creo, dice Abusada, y enrumba su crónica recordando «su desempeño como gobernador en Moquegua», cuando «bajo su mandato, la región mejoró el desempeño escolar en matemáticas y comprensión lectora». Recuerda también que «impulsó inteligentemente el proyecto minero Quellaveco». Cuando aparece en la escena presidencial, no me pareció mal. No era no un lobista como PPK y, además, provinciano. Nací en Abancay y siempre pensé que Lima es una suerte de Luxemburgo, o Mónaco, una ciudad poblada de hijos y nietos de andinos de la gran migración. Pero hoy lo de las regiones, es un sur que ha empeorado. Si las cosas siguen así, a la Bolivia de Evo Morales pueden preferir los partidos aymaras de estos días. No es regionalismo, sino política etnicista. Algo que no entiende la nación. Se han quedado en los clanes. Mientras Lima, la ingenua, la pasa bomba. 

Volviendo al Vizcarra de Abusada Salah. Se pregunta si no ha sido «atraído por la retórica populista». Abusada recuerda lo que deja de hacer el presidente, «los acuciantes problemas de la economía, la seguridad, la salud», etc. El intitulado de esta crónica, me hizo recordar una película mexicana (por 1952), la historia de un médico brillante que pierde un paciente y abandona todo, incluso su identidad. Me pregunto cuál de los dos Vizcarras va a elegir el propio presidente. ¿Cuál será el rostro del Perú para los años veinte y treinta de este siglo? ¿El de estadista sensato o líder carismático? 

Un amigo me decía que de hacer buenas obras, el pueblo electoral se lo agradecería. Pero soy muy escéptico sobre la mentalidad de estos años. Voy a decir algo que me cuesta decir. Hubo una vez un presidente de la República que levantó el PBI a medias de 7% y 8%, en Lima rehace el amado Estadio Nacional, concluye la línea de tren eléctrico que va de Lima a Villa El Salvador. Y en las elecciones, cuando aspira a un tercer mandato, solo obtiene un mísero 5,83%.  Creo que hay una brecha entre lo popular y los políticos. El peruano de hoy, piensa que gracias a la informalidad, el caos y el empoderamiento, no le debe nada a nadie. Si pudieran dejar de votar, lo harían. ¡Y no les pidan encima eso de los tres poderes! De las utopías socialistas del siglo XX hemos pasado bruscamente al consumismo, el dinero como sea. 

Vastos errores. Hoy domingo, El Comercio, coloca cara a cara a Alberto Adrianzén y Jaime de Althaus. Los presentan como un sociólogo y un antropólogo, lo cual es verdad. Aplaudo ese debate. Pero los presentan como izquierda y derecha. Y eso no es lo que son. Adrianzén, hace años, se despidió con un artículo «La izquierda peruana: ni revolucionaria ni reformista». ¿Dónde? En Socialismo y Participación, junio de 2007, la excelente revista que dirigían Carlos Franco y Héctor Béjar. En cuanto a de Althaus, es un liberal. Lo cual no necesariamente es ser de derechas. 

Por mi parte pienso que hay otras pasiones en el actual conflicto. No es una disputa entre tendencias. En el 2016 dos derechas ocupan el espacio electoral, PPK y Keiko, y no pudieron entenderse (¡!) Diría que hay otras fuerzas, inteligentes y perversas. ¿Los que rodean a los presidentes? Siempre los hubo, pero ahora temen eso que dicen proteger, la democracia. Ocurre que mientras se disolvían los partidos, lo que se llamaba "izquierda" dejó de ser la continuidad de Barrantes o de Diez Canseco. Se instalan grupos en la cúpula del poder sin pasar por las urnas. Funcionarios públicos, ONG y consultorías, grupos como los masones de otro tiempo, herméticos, ocultos.

No se puede llamar 'comunistas' a quienes fingen salvar a las masas, cuando lo que quieren es manejarlas desde arriba y con las urnas, y no pueden. Y persiguen a todo aquel que puede arrancarles sus actuales privilegios. Los admiro, se han disfrazado de izquierdistas para lograr asentarse en el Estado para siempre. Genial. Y como a los peruanos no les han enseñado en las escuelas a dudar, se la tragan.

Al diablo la democracia. Quieren decisiones. Soy un graduado en doctorados europeos, diré lo que eso significa en términos universales. No lo saben ni ellos mismos, son los nietos inesperados de Karl Schmitt, el filósofo alemán —cuya filosofía la toma Hitler— y que sostenía que en política no hay rivales, sino enemigos. Detestaba el parlamentarismo. «Y lo legítimo es cuando la nación se encarne con el Führer» (Schmitt y probablemente varios gobernadores, estilo Cáceres). Ya no buscamos un Inca, como en los días de Flores Galindo. No hay que ser rubio y blanco para ser un nacionalsocialista. Suena bien, pero acaba en tragedia.   

¡Despierten ciudadanos! La política que existe hoy en el Perú, ha dejado de ser política.

Hugo Neira
22 de septiembre del 2019

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