Desencuentros con la ciencia

Hace pocos días, la economista Raquel Neyra abordó, a través de un canal de redes sociales, el tema de la minería en el país “desde una mirada ecológica”, según afirmó. Asimismo, cuestionó que el Perú tenga tradición minera. señalando que en las épocas preinca e inca la minería era ceremonial. En adición, indicó que tenemos una tradición netamente agrícola y basó su afirmación en la variedad de cultivos originarios.

Sobre el particular, opinamos que sus aseveraciones no necesariamente se condicen con la realidad. La producción agrícola durante las culturas preincas e incas se debió al empleo de dos elementos fundamentales para la fabricación de las herramientas de labranza que los antiguos peruanos empleaban para trabajar la tierra, madera y metales (basta visitar el Museo de la Chaquitaclla en el Cusco para corroborar que la tecnología de la época los usó en la siembra, el riego y la cosecha). La chaquitaclla tiene variedades según las características del terreno a ser trabajado. Para pendientes elevadas se denominaba “sayaq”, “kunu” y “reja” ambos para terrenos llanos –la segunda para llanos del altiplano–, “allachu” para desmalezado y cosecha de tubérculos, etc.

Con certeza, se puede afirmar que, gracias al aprovechamiento de los minerales necesarios para la época, es decir, al volumen de extracción, procesamiento, metalurgia refinación, moldeo, etc. es que los antiguos peruanos lograron dominar el territorio en el cual se asentaron y que nos legaron.  El avance tecnológico y la denominada “tradición agraria” se debe a la conjunción del metal obtenido y trabajado con la madera para lograr la finalidad requerida. Tanto la tradición agraria como la tradición minera del Perú se complementan, no son excluyentes y nunca lo fueron.

La extracción de minerales como el oro y la plata en las culturas pre-Incas e Inca tuvieron fines principalmente ceremoniales; pero, también de uso cotidianos para atender el cuidado de la salud.  El tumi era el bisturí de la época y era fabricado en oro porque este metal tiene propiedades antisépticas, entre otras (otros metales también tiene esas propiedades). La cultura Mochica empleó el oro con destreza, pero este metal era colocado sobre otro metal (cobre) a manera de una pátina, lo que demuestra que desde entonces se empleaban el cobre, el otro, la plata.

Por otro lado, Neyra aboga por la seguridad alimentaria dejando entrever que el trabajo minero la pondría en riesgo. Empero, menos del 1% del territorio nacional es destinado a la actividad minera formal, pero omite señalarlo; como tampoco precisa que más del 63% de las divisas que ingresaron al Perú durante el 2024 provienen de la minería. Si el Perú no participase activamente en la economía mundial con su oferta exportable, no podría adquirir todo aquello que no se produce en el país; por ejemplo, trigo, leche, medicinas, maquinaria o bienes de capital, como otros bienes de consumo, un celular, una computadora, equipos eléctricos que no emplean combustibles fósiles, etc.

Asimismo, se afirma que se debe añadir valor agregado a la producción minera mediante su industrialización. La frase es atractiva, pero cuántos recursos económicos se requieren para instalar plantas con capacidad para procesar el volumen total de nuestra producción minera. Del mismo modo, previo a la industrialización se requerirá instalar fundiciones y refinerías.

En los Estados Unidos, el reelecto presidente Donald Trump ha manifestado que bajará los impuestos para todos aquellos que decidan instalar industrias en su país. ¿El Perú tiene la capacidad económica para hacer esa oferta, es decir, dejar de recaudar impuestos a cambio de inversiones manufactureras? O, se pretende que las empresas ejecuten una estrategia de desarrollo nacional en reemplazo del estado.

Cabe recordar que el Principio de Realidad siempre se impone a las visiones particulares. Finalmente, todas las actividades tienen un costo beneficio que debe ser evaluado convenientemente.