Hugo Neira

De zombies, plagios y proyecto de Estado

De zombies, plagios y proyecto de Estado
Hugo Neira
23 de noviembre del 2015

Las consecuencia de nuestra pésima educación pública                  

¿Se ha fijado el amable lector la cantidad de películas de actualidad dedicadas a los zombies? Let There Be Zombies. Es un género que ha desplazado a Drácula y a los Aliens. Son espectaculares, caminan con movimientos espasmódicos. Son multitud, no piensan. Y sobre todo muerden. Se alimentan de nosotros. Una mínima reflexión nos lleva a pensar que son signo de temor propio al tiempo que vivimos. Metáfora del gran pavor. De una plaga mortal, el sida, el ébola africano. De algo que contagie. Es metáfora en el mundo global. Y nosotros, como siempre tan originales, tenemos nuestros propios zombies.

El concepto viene del vudú, quiere decir «cuerpo sin alma». ¿Y qué es el alma, en este caso? El saber propio. Un zombi no lo tiene. En consecuencia, plagia. Según el diccionario, plagiar es imitar, calcar. También se dice como sinónimo de secuestro en México y en Colombia. En el Perú es costumbre. Algo como: -Mira pata, aquí tienes la vaina, el trabajo que me pediste.

En efecto, uno lo mira, lo encuentra magnífico y unos segundos después te das cuenta que es un fraude. No  lleva comillas, así que lo ajeno pasa como propio, ni notas a pie de página. El plagiario lo es porque no sabe que hay giros semánticos en nuestra lengua (o no quiere¡!) como «según Jorge Basadre», o «según Voltaire», o según Perico de los palotes. Te bajas algo de la web, y ya pues. Rapidito. 140 caracteres. El plagiario es «pragmático». No le debe nada a nadie. ¿Citar a otro? Esas son huevadas.

Plagiar es plaga corriente. Ataca a congresistas que calcan leyes de otros países y las presentan como suyas e invade las universidades, lo sabemos todos los que dictamos cursos. (Dictado y no con Powerpoint. Las ideas no se miran, se entienden semánticamente.) Ahora bien, en estos días ha ocurrido un accidente de proporciones. El programa de gobierno del partido aprista ha sido víctima de plagio. Ok, los apristas tienen también su cuota de zombies. Pero no comparto que minimicen el estropicio.

Creo que es la ocasión para que sus directivos reflexionen sobre lo que está pudriendo la sociedad y el país entero, y que yo no me canso de denunciar, «la mala escuela», descuido de todos, de Señor a paje. Así, ante ese plagio en su plan de gobierno, deslindadas las responsabilidades personales, es hora de preguntarse ¿de dónde viene?  

Esta plaga tiene origen que a muchos irrita se mencione. Viene cuando los cursos de humanidades en secundaria —literatura, historia, lógica y gramática— los desaparecen. Y con la muerte de las humanidades, física y química que alegremente borraron. Esas disciplinas eran el espacio pedagógico para aprender a razonar. Lo digo yo, estudié en el Melitón Carvajal. La plaga la inocula el aparato burocrático de Educación desde hace decenios. El Sutep es otra historia. No mezclemos. Los constructivistas, por su odio a la cultura, hacen pensar en los guerreros del EI. En el Perú, esa suerte de islam es suavecito, solapa. Educación por «áreas». O sea, la nada. Así se engendraron los zombies. Eliminaron al maestro. Hoy hay «facilitadores». Antes se estudiaba —un ejemplo— para ser profesor de geografía. Eso se acabó. Los zombies vienen de que cuando escolares, a millones de peruanos nadie los vacuna contra la ignorancia. Es decir, la lectura como un hábito cultural. Pero hay quienes creen que la pésima educación peruana se arregla comprando computadoras. Otro mito. La mejor tecnología es un profesor que conoce a fondo su materia y alumnos que saben consultar, ora libros, ora internet. Así de sencillo.

Hoy, los no cultos, que también son los no pobres, están convencidos que la lectura no lleva al «billete». Y es una convicción. Hoy aspira a Palacio el representante del partido inmenso de la anticultura. Hay un vínculo causal entre los petulantes seguidores de Vygotski y el comercialismo de Acuña. Muchas gracias por el regalo, doctor Vexler.

Por: Hugo Neira

Hugo Neira
23 de noviembre del 2015

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