Manuel Bernales Alvarado

David Tejada de Rivero, médico peruano universal (In memoriam)

Con destacada participación en organizaciones internacionales

David Tejada de Rivero, médico peruano universal (In memoriam)
Manuel Bernales Alvarado
06 de noviembre del 2018

 

Hoy reposa en paz, previa misa, este arequipeño, peruano universal, que merced al exilio de sus padres apristas (cuando él tenía cinco años de edad), creció y se educó en Concepción y Santiago de Chile, logrando un grado médico en la especialidad de Pediatría, que posteriormente sería revalidado en nuestra San Fernando. Don David, no puedo llamarlo de otra manera, también hizo un postgrado en Administración y Planeamiento de la Salud y luego en Ciencia Política. Así devino en uno de los más destacados latinoamericanos en Salud Pública y Gestión de Servicios.

Su labor en esta área empezó en la Municipalidad de Lince, para pasar luego a la dirección de lo que fue la Oficina Sectorial de Planificación del Ministerio de Salud, e ir a prestar servicio público internacional en Washington y en el Brasil, con la Oficina Panamericana Sanitaria. Estando allí fue invitado por Halfdan Mahler, destacadísimo médico dinamarqués (quien fue director general de la Organización Mundial de la Salud de 1973 a 1988), para ocupar el cargo de subdirector general.

Tejada de Rivero desempeñó la coordinación general de la Conferencia Internacional de Almaty, antes Alma Atá, entonces República Socialista Soviética de Kazajistán, hoy miembro de la Federación Rusa, en cuyo territorio continúa funcionando su “Cabo Cañaveral”. Allí se aprobó por unanimidad, superada la resistencia soviética y de varios de sus aliados, la Declaración de “Salud para todos para el Año 2000”, la Declaración y el Informe General de la Conferencia, que con otras palabras ha sido heredado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que el Perú ha suscrito para cumplir, y que fraseada en código actual, es salud para todos y por todos.

Esos documentos arropan (¿o esconden?) la noción de justicia social (no equidad sin justicia social, porque es un imposible), y solidaridad, (donación, no solo precio y mercado), para cuidar integralmente la salud (no solo atender su pérdida). Es imposible lograrla, ni siquiera en los EE.UU. de N.A., sin contar con satisfactores reales, concretos y progresivos que superen los “determinantes” de la salud, orden social con justicia y equidad; y cuando no, de la enfermedad.

Mahler se jubiló después que Tejada. Cuando estuvieron juntos hicieron una campaña universal para la movilización de recursos materiales financieros y humanos para atender emergencias y prioridades en el siglo XX y el actual, plagados de crímenes de guerra y paz. Y también azotados por epidemias y pandemias, sobre todo las culturales e ideológicas, diversas y contrarias, que impiden, como decía Lebret, otro grande del siglo XX, “ver, juzgar y actuar” en consecuencia.

La política de la OMS muy pronto desbordó, para bien, el ámbito de la OPS en América Latina y el Caribe, y el de ella misma. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), lo hizo plenamente suyo. Es justo recordar la contribución de Tejada de Rivero a la concepción y desarrollo de esa política. Uno de sus momentos de compromiso fue la Cumbre Mundial por la Infancia, Nueva York, 1990. La UNESCO aportó lo suyo, en rigor desde antes de nacer en 1945, pues heredó aportes y medios del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de la post primera Guerra Mundial, el de la Sociedad de las Naciones.

En Jomtien (Tailandia, 1990), la UNESCO y sus asociados acordaron un programa multinacional público-privado de “Educación para todos” que —con ajustes, avances y retrocesos— sigue en vigencia para su mejor realización. En condiciones de terrorismo subversivo en el Perú, y de guerras internas (y de las otras) en América Central, África, Asia y Asia-Pacífico, buscamos la realización —diversa, no “fórmula todo terreno”— del paradigma de La salud por el pueblo, libro que es una notable síntesis de experiencias, de Kenneth Newell, publicado por la OMS en 1975.

Es en esta perspectiva nativa, sudamericana, hispanoamericana y mundial, que debe valorarse el aporte y testimonio de Tejada de Rivero. Un aporte compartido con otras personas aquí y en muchos países del planeta, como él mismo lo expresó en reciente entrevista publicada en Internet por la OPS-OMS. Me valgo de una pequeña publicación, de enero 1980, que redacté a pedido del Instituto Nacional de Planificación (INP), con auspicio del UNICEF, en 1979, mientras hacía el XXIX Curso del Centro de Altos Estudios Militares (CAEM, en esa época prácticamente un internado y previa aprobación del Curso Propedéutico. Una edición brev,e revisada en la Escuela de Salud: Una vida mejor para todos. Criterios para la planificación de la atención primaria de salud en el Perú. Allí se anexan:

  1. La Declaración de Alma Atá, del 12 de setiembre de 1978: “El pueblo tiene el derecho y el deber de participar individual y colectivamente en la planificación y aplicación de su atención de salud” Determina, en su parte VII, siete componentes fundamentales e interrelacionados de la atención primaria de salud, como estrategia, no solamente como primer nivel de atención del sistema de servicios, que además se restringe al “sector salud”, ahora Ministerio y Gobiernos Regionales, en trágica e infecunda distorsión.
  2. “Prioridades en la salud infantil”, excerpta.
  3. El Informe Nacional del Perú sobre Atención Primaria de Salud, elaborado por la Comisión Ministerial de Salud (agosto de 1978), presidida por el Dr. Mario León Ugarte, director de la Escuela de Salud del Perú, e integrada por los doctores Alberto Lari Cavagnaro, Adolfo Bisso Zöllner y Óscar Martínez Horna; así como por el antropólogo Víctor Cárdenas Navarro, la asistente social Yolanda Jara de Cossío y Manuel Bernales Alvarado, en representación de la Alta Dirección del INP. El entonces jefe del INP llevó la propuesta a Alma Atá y, como uno de sus vicepresidentes, volcó su contenido en la Declaración citada y otros acuerdos. Habrá ocasión para hacer justicia a los médicos de los sectores público, privado empresarial, académico y de asociaciones civiles no lucrativas, mencionándolos donde corresponde.

Deseo que la familia, colegas y amigos de David Tejada de Rivero me permitan cerrar este tributo con estos versos:

“I, desgraciadamente,
El dolor crece en el mundo a cada rato, crece a treinta minutos por segundo, paso a paso (…)Jamás, señor ministro de Salud, fue la salud
más mortal (…) qué hacer?
¡Ah! Desgraciadamente, hombres humanos,
Hay hermanos, muchísimo que hacer”.

“Los nueve monstruos”. Poemas Humanos (1937). César Vallejo.

 

Manuel Bernales Alvarado
06 de noviembre del 2018

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