Juan Sheput

Cuando el pueblo pasa del temor al odio

Sucesos de Ayacucho son indicio de que eso está ocurriendo

Cuando el pueblo pasa del temor al odio
Juan Sheput
26 de enero del 2024


Si algún atributo tiene en común la tiranía con el autoritarismo es la arrogancia. Creer, de manera soberbia que uno puede, literalmente, hacer lo que le venga en gana, es propio de aquellos que se sienten con el poder suficiente como para burlarse de los bajos niveles en las encuestas, el desprecio ciudadano, la crítica permanente, todos ellos elementos que, en democracias normales, serían estímulos para mejorar la relación con el pueblo y de esa manera ganar en bienestar, para el ciudadano, y en gobernabilidad.

Esa arrogancia, que nace principalmente de la ausencia de fiscalización y de una correcta división de poderes, permite, según Juan Linz, que se consoliden los regímenes autoritarios, una suerte de estado corporativista en el cual pequeños intereses económicos, políticos y militares crean una especie de ecosistema con partidos inútiles  y crítica ausente para tener una hegemonía sobre el Estado. Así, cualquier reclamo se hace inútil, incluyendo los que reclaman justicia, pues no hay una sana separación de poderes. La democracia se debilita, favoreciendo el avance de fuerzas al margen de la ley, como la delincuencia organizada en sus diversas formas, impregnando al Estado de manera eficaz y muy difícil de identificar.

Cuando esto sucede el pueblo sufre las consecuencias y busca válvulas de escape, que permitan aliviar la presión sobre los reclamos. Estas válvulas de escape, en democracia, suelen ser el cambio de políticas y, sobre todo, el cambio de ministros. En el gobierno de Dina Boluarte no hay ni lo uno ni lo otro. Se persiste o se miente sobre diversas políticas públicas (como hemos visto en seguridad con el “plan Boluarte") o se ignoran las exigencias de cambio urgente de ministros. Es la arrogancia, que da la apariencia de fortaleza y triunfo en la coyuntura, cuando en realidad devora por dentro a cualquier régimen.

Se dirá que el pueblo no responde. En efecto, así es, inicialmente por temor. Un temor que nace de la pax romana, la paz de los muertos, la paz de las armas. Más de 60 fallecidos en las refriegas de hace un año paralizan a cualquiera. Pero lo que ignora Dina Boluarte y su oportunista entorno es lo que Cicerón señaló con precisión hace dos mil años: que no hay nada peor para un tirano que el pueblo pase del temor al odio. Cuando el pueblo que  teme cede el paso al pueblo que odia la caída es irreversible y solo es cuestión de tiempo.

Los sucesos de Ayacucho son indicios de que eso ya podría estar ocurriendo. Ciudadanos que, ante la soberbia y arrogancia del gobierno, están pasando del temor al odio. Lo peor es que ni el gobierno ni el elenco político se están dando cuenta de ello.

Juan Sheput
26 de enero del 2024

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