Juan Sheput

Credibilidad y confianza

Credibilidad y confianza
Juan Sheput
19 de mayo del 2015

Con un gobierno que no sabe qué hacer, cualquier cosa puede pasar.

Para que un conflicto llegue a una solución se debe establecer una base mínima de confianza que tiene que ver con la esperanza de que uno de los interlocutores, o ambos, realicen algo. Es la esencia del compromiso. Asimismo para que este se desarrolle, la credibilidad es un atributo imprescindible. Se tiene o no se tiene credibilidad, así de simple. Aquella se convierte, para quien la posee,  en un activo que se sustenta en su trayectoria, al igual que la confianza. En Tía María la situación se desborda y se nota que está lejana la solución porque, de los tres protagonistas del conflicto, dos no gozan de confianza ni tienen credibilidad. A ello se ha llegado porque durante su trayectoria han cambiado de posición permanentemente, utilizan con soberbia la imposición o dejan tras de sí el rastro de un mal manejo ambiental. Como podrá deducir me refiero al gobierno y a la empresa minera Southern.

A diferencia de ellos, los pobladores de las comunidades afectadas de Islay y Tambo jamás han cambiado de posición. Lamentablemente se ha llegado a niveles de violencia inaceptables que para ellas son comunes en todo litigio por tierras. Mientras para algunos la tierra es sólo elemento removible y depósito de rentas, para otros representa su vida, su entorno, su trascendencia.

Ello es tal vez lo que no se puede entender cuando el conflicto se maneja sobre la base de exigencias de orden, desde Lima, y de la imposición. No habrá fusil ni ejército que haga que bajen la guardia quienes ven en sus campos agrícolas y en el medio ambiente que habitan a su entorno vital. Es torpe e ingenuo pensar lo contrario. La impericia política de los gobernantes se nota cuando no se aprende ni siquiera de los propios errores. Este gobierno, que manejó tan mal el proyecto Conga, repite el mismo libreto en estos días. A ello habría que agregar que estamos en presencia  de funcionarios que sufren el desgaste de 4 años en el manejo de la administración, que ya no tienen el respaldo mayoritario de la población y sufren un cambio en la geografía política con una oposición más fuerte en vía electoral. El descalabro pues, era fácil de anticipar. Con un gobierno que no sabe qué hacer, cualquier cosa puede pasar.

Sin embargo lo que vemos es parte de un problema mayor. Como señalaba ya en artículos de hace un par de años, la conflictividad seguirá vigente en tanto no se realice en el país un adecuado ordenamiento territorial. Los lobistas y los poderes fácticos se opondrán, pues para ellos todo el territorio es igual. Pero la razón y la visión de largo plazo señalan que no es así. Los hechos están allí para corroborarlo.

¿Sufrimos de la enfermedad holandesa, esa que tiene que ver con la maldición de los recursos naturales? No lo creo. Sufrimos de algo peor. De nuestra absoluta incapacidad para defender lo nuestro, empezando por nuestros ciudadanos, y promover el desarrollo del país, sosteniblemente, a través de una adecuada planificación.

Por Juan Sheput

19 - May - 2015

Juan Sheput
19 de mayo del 2015

NOTICIAS RELACIONADAS >

La simplificación como enemiga de la democracia

Columnas

La simplificación como enemiga de la democracia

¿Puede haber algo que afecte a la democracia más que la ...

16 de mayo
Un gobierno débil y sin rumbo

Columnas

Un gobierno débil y sin rumbo

En los últimos días el gobierno de la presidenta Boluart...

10 de mayo
La notoria mercantilización de la política

Columnas

La notoria mercantilización de la política

Un par de temas recurrentes en el espacio público han sido la j...

03 de mayo

COMENTARIOS