Giacomo Ugarelli

Corrupto, ¿yo?

Corrupto, ¿yo?
Giacomo Ugarelli
13 de febrero del 2017

Reflexiones sobre acusaciones contra Toledo

Lamentablemente hoy somos noticia internacional, por el destape tan grande que tenemos sobre la corrupción, y a muy alto nivel: un ex presidente.  La pesadilla de la corrupción vuelve a ser una realidad. ¿Podremos ser un país libre de corrupción? La respuesta es “quizás”. Por ahora, el Perú tiene que mirar más allá de sus fronteras y analizar las cosas que hacen otros países alrededor del mundo para combatir este cáncer a la sociedad. Por ejemplo, Singapur.

Singapur es un país asiático conocido por sus buenos estándares de vida. Desde la llegada de su Primer Ministro Lee Kuan Yew en 1959, el pequeño “gigante” de Asia se ha mantenido por décadas entre los diez países del mundo con menos corrupción. Esto se debe a dos factores: un aspecto institucional y uno cultural.

Si, la pena de muerte está establecida en Singapur, pero no funciona como en China donde un ciudadano puede ser sentenciado a muerte si hubiera recibido una suma superior a unos $463,000 dólares. A diferencia de China, Singapur no espera combatir la corrupción en su proceso final (delatar al corrupto y sentenciarlo). Este país mira el problema desde sus raíces intentando, a través de una buena educación e instituciones fuertes, persuadir a sus ciudadanos a rechazar cometer el delito en primer lugar. Por ejemplo, el gobierno ha modernizado las gestiones públicas para que sus ciudadanos sean más independientes y puedan hacer sus trámites directamente online, sin depender de otros funcionarios evitando así sobornos dentro de la burocracia.  

Esta comparación institucional podría parecer no la más adecuada: Singapur es un país pequeño con apenas 5.5 millones de ciudadanos y con una economía vibrante. Además, los británicos dejaron sembrado en ese país los mecanismos y experiencia para mantener institucionales sólidas. Pero, fuera del aspecto institucional, es la parte cultural que resulta ser la más interesante. Los singapurenses rechazan en su totalidad cualquier acto de soborno. Aunque en el Perú queramos pensar que esa también es nuestra mentalidad, la realidad es diferente.

La corrupción no es solo recibir una coima de 20 millones de dólares. Cuantas veces han oído a algún vecino decir “me paró la policía, le pagué sus 50 soles, y me fui”. Eso es corrupción por ambas partes: tuya por sobornar y el policía por recibir.

Si, el gobierno puede mejorar los sueldos de policías para evitar la necesidad de los sobornos. Se puede (y se debería) modernizar los sistemas burocráticos para que cada ciudadano pueda hacer sus trámites online y sin la dependencia de otros, que también suele en algunos casos crear la necesidad de “pagar a alguien” para resolverte el trámite. Lo primero para solucionar un problema es reconocer cual es el problema. No es que “todos seamos corruptos”, pero vivimos en una cultura donde se comenten a diario “actos corruptos”. Siempre existirán las ovejas negras, es ley de la naturaleza. Pero serán cada vez menos si cambiamos primero nuestra mentalidad e implementamos una actitud “free-of corruption” en el día a día.

Giacomo Ugarelli - Magíster, University College London (UCL)

 

Giacomo Ugarelli
13 de febrero del 2017

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