Apocalipsis peruano

La inesperada contienda electoral que vivimos nos está dejando perplejos a todos. No podemos esquivar sin tortuosa preocupación a los 18 peruanos que, por el fanatismo desquiciado de una revolución terrorista, han sido cruelmente asesinados. Hoy el Perú está de luto, el corazón de cada peruano se tiñe de duelo.

¿Qué estamos haciendo? Hoy más que nunca le hemos dado el poder a un grupo de comprobados criminales, con confirmados y peligrosos vínculos, con el narco terrorismo: Movadef y Sendero Luminoso. Son estas mismas personas que hoy están gozando de la aprobación de muchos antipatriotas, aquellos que con increíble cinismo son capaces de ofrecernos como carnada a quienes en el pasado asesinaron a nuestro pueblo sin piedad alguna.

Parece que quienes no doblegan su cobardía antipatriótica están condenados a asumir la agenda del pensamiento Gonzalo con tal de no ver a un Fujimori jamás en el poder. La patria les es irrelevante, les son irrelevantes las previsibles muertes a vísperas de las elecciones, les es irrelevante si el despreciable Quispe Palomino asesina y mella a indefensos peruanos con tal de amedrentar y mantener intacta su política narcoterrorista y a sus aliados bien protegidos. Son maldad pura y maciza, y contra ellos parece que nadie puede. La camarada Vilma, quien también salió airosa y dio su mensaje, como si fuera un líder de Al Qaeda, tirana y sanguinaria, enunciando órdenes desquiciadas y llamando específicamente a boicotear las elecciones este 6 de junio.

Tras todos estos acontecimientos, a algunos solo les importa guardar las formas y tratar de no ofender a nadie. Si la patria se quiebra y sangra, no importa. Si hay niños que mueren no importa; si Bermejo tiene comprobados vínculos con el narcoterrorismo, no importa. Es de menester que tan solo se guarden las formas y conduzcamos pacíficamente a estos criminales al Palacio de Gobierno. De la mano de todos, claro está; obligados u amenazados, da lo mismo. Es un pseudo enunciado divino. ¿Habrá cárcel para estos traidores de la patria si logramos vencerlos? Porque aquel que no se ha dado cuenta de que estamos en guerra, entonces no ha visto el panorama real.

Le hago un apartado especial al presidente Sagasti, que con tibias expresiones ha minimizado estos terribles acontecimientos. Como si no se debiera prestar atención a estas muertes, y estos deudos fueran menos importantes que cualquier otro. Llama a no utilizar estos asesinatos a sangre fría como arma política. Es paradójico que él haya asumido el poder por la utilización precisamente de dos muertes en la más absurda marcha de la historia de este país, realizada por jóvenes con románticos delirios azuzados por la prensa y un gobierno aprovechador. Sagasti juramentó como presidente de esta República que no merece a un sujeto de tan débil postura. ¿Cuánta pusilanimidad estaremos dispuestos a soportar?

El Perú está en vilo. Y aunque suene a catarsis, es necesario reaccionar. No es momento para tibiezas, no es momento de ser enclenques ante tanto atropello. La democracia está a punto de ser demolida y acribillada. La libertad de cada peruano está acorralada en el peor escenario. Y es momento de contener la respiración y sacar lo más patriótico de nuestras almas. La vida y la libertad hoy dependen de quienes amamos a nuestra patria verdaderamente.