Pedro Corzo
A Cary Roque y todos los que han partido
Luchadora por la libertad del pueblo cubano

Con sumo pesar escribo con demasiada frecuencia sobre la muerte de mujeres y hombres que dedicaron gran parte de sus vidas a luchar contra el totalitarismo castrista. Personas especiales que, parafraseando al apóstol Jose Martí, nunca se resignaron a vivir sin Patria.
En ningún momento de sus vidas pusieron a un lado su compromiso con Cuba. Fue como si cargaran la Isla sobre sus espaldas, como si la llevaran a cuesta todo el tiempo. Lo que ocurría en la Isla era su tema de interés principal, y que hacer para derrocar el totalitarismo, su objetivo primordial.
Es una escritura penosa por muchos factores; entre otros, el haber compartido con algunos de ellos la lucha o el presidio y con la mayoría, casi absoluta, el exilio. Sin embargo, la escritura de hoy la hago con una pena notable porque la fallecida, Cary Roque, fue un testimonio viviente de resistencia, compromiso y fe en la causa democrática cubana.
Era una mujer de carácter fuerte, compromisos claros y verdades duras. No se andaba por las ramas y decía sus verdades con gran honestidad. Combatió a la dictadura sin miedos y sin tachas. Nunca pidió cuartel al enemigo porque no era partidaria de dárselo. Batalló hasta su último aliento con la convicción de que, si la victoria es importante, es mucho más, haber cumplido con el deber.
Su vida, como escribiera Jose Antonio Albertini, en un trabajo que ambos publicamos en la página web de Radio Martí, fue tronchada por el castrismo. La impiedad del régimen totalitario le robo su juventud, permaneciendo en prisión por 16 largos años, además, le tronchó su carrera artística, aunque no la periodística, porque pudo cumplirla exitosamente en el exilio en diferentes medios de prensa. Cary, como la mayoría de los que lucharon contra los hermanos Castro, militó en diferentes organizaciones, haciendo todo lo que pudo en cada una de ellas.
En el libro “Confrontación”, del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, está recogida parte de una entrevista que me concedió hace varios años, en ella, describe cómo se inició y sus experiencias en los duros años sesenta.
Cuenta la exprisionera política, “Me inicié en la conspiración con el MRR, en particular con los jóvenes Alberto Muller y Juan Manuel Salvat, que posteriormente crearon el Directorio.
Posteriormente me relacioné con la gente del Movimiento 30 de Noviembre, particularmente Javier Denis e Ismael Hernández Sarduy, también fallecido. De inmediato me incorporé a la sección de Acción y Sabotaje, no tenía dudas que el castrismo había que combatirlo sin cuartel, porque desde el momento que tomó el poder, no dejó otra opción.
En esa etapa ejecuté otras actividades, como esconder personas que estaban fugitivas, a la vez que participaba en el traslado de armas y explosivos cuando se hacía necesario”.
Esas y otras muchas actividades de alto riesgo, realizó Cary en Cuba. Siempre fue una mujer de valor excepcional que supo soportar con estoicismo, el fusilamiento de varios de sus compañeros de causa, a los que siempre recordó con cariño y respeto.
En el exilio cumplió otra máxima martiana, “La Patria es ara, no pedestal”. Nunca se sentó a la vera del camino para recordar su vida pasada. Su rica historia de lucha la impulsaba a seguir combatiendo el totalitarismo, llevándola a adecuarse a las nuevas circunstancias asumiendo otras fórmulas de lucha.
Cary nunca dejó de luchar por sus ideales. Se incorporó a organismos del exilio como MAR por Cuba participando en numerosas actividades nacionales e internacionales, reclamando a la dictadura que respetara los derechos ciudadanos de la población. La presidenta de esa organización, Sylvia Iriondo, dijo en un comunicado de prensa al conocer la muerte de la destacada activista: “Vivió por y para Cuba hasta el último día de su vida y dejó imborrables huellas de entrega, sacrificio y amor a la Patria. Jamás comprometió sus principios”.
Caridad Roque Pérez, nunca compartió la política de concesiones a la tiranía de la que algunos son partidarios. Ella como Jose Martí, pago un alto precio para ser libre, por eso siempre defendió la máxima del apóstol, “La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”.
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