Temblor en Palacio

Los efectos del escándalo de un audio en las alturas

El escándalo de los audios del ex asesor presidencial en temas de salud Carlos Moreno, de una u otra manera, podría indicar el inicio del fin de la luna de miel de la administración PPK. Otra manera de decirlo podría ser que finalizado la edad de la inocencia. En otras palabras, más allá de cualquier estrategia de control de daños, el audio del ex asesor en el que se habla de “negociazos” o de “minas de oro” es una verdadera bomba atómica en un gobierno empeñado en distanciarse del pasado de la corrupción.

Si bien la rápida e incuestionable separación de Moreno del cargo revela una clara voluntad del Ejecutivo de desmarcarse de cualquier irregularidad, es evidente que la ciudadanía no perdonará el affaire con tanta facilidad: el hombre de los audios era asesor del jefe de Estado. ¿Cómo llegó hasta la cúspide? ¿No se evalúa al personal? Y por más control de daños, algunos sectores de la oposición se encargarán de sembrar la suspicacia. En cualquier caso, es el peor escenario para un Gobierno que había convertido a la popularidad y la alianza con los medios en la niña de los ojos de su administración.

Semejante situación podría desatar algunas impaciencias de la sociedad, que estaban controladas porque el Ejecutivo todavía goza del periodo de gracia o “luna de miel”. Las demandas en seguridad ciudadana y los conflictos sociales, por ejemplo, podrían convertirse en las cargas que empiecen a detonar.

A entender del suscrito, en la nueva administración existe un temor excesivo a perder algunos puntos de popularidad —que se debe haber agravado con los audios de Moreno—, temor que puede convertirse en un problema para la gobernabilidad. Es como si en el Ejecutivo se creyera que sin alta aprobación no se podría gobernar porque existe “una mayoría legislativa agazapada en espera del descenso en las encuestas para desatar las bajas pasiones”. Algo que ya se sabe que no es verdad. Semejante razonamiento impulsa a sobrevalorar en exceso la agenda mediática y distrae de los verdaderos asuntos de la gobernabilidad.

El audio de Moreno, pues, nos recuerda que la administración PPK no ha pisado el acelerador del Gobierno, tan distraído que estaba con la polaridad fujimorismo-antifujimorismo que había inventado un sector de los medios. Nos recuerda también que, en cualquier momento, se podría presentar otro Moreno y su respectivo audio, con tanto funcionario nacionalista que todavía se mantiene en ubicaciones expectantes de la nueva administración. Demasiado viceministro ratificado, ¿o no? ¡Cuidado! Se debería conformar un equipo que detecte potenciales cargas explosivas de ese tipo.

En todo caso el audio de Moreno nos revela que ahora sí definitivamente se acabó el recreo, como solía señalar el jefe de Estado en medio de la campaña electoral. Igualmente nos indica que ya terminó el tiempo de los bailecitos de PPK, que podrían volverse realmente irritantes en una sociedad que va acumulando potenciales enfrentamientos. Y que ha comenzado la cuenta regresiva para que las demandas sociales comiencen a adquirir protagonismo público. Desde un asalto por un celular en la Plaza Dos de Mayo hasta el intento de relanzar Conga y Tía María.

Y el audio de Moreno también les señala a los peruanos de buena voluntad, que apuestan por el éxito de la administración PPK a cambio de nada, que sostener y alentar al Ejecutivo para que cumpla sus objetivos no será tarea fácil. Los muchachos del Gobierno suelen distraerse con los juegos de artificio mediático, y quizá no se les puede reprochar demasiado porque en Palacio hay mucha tecnocracia y poca política.

Víctor Andrés Ponce