Sin elecciones adelantadas, ¡defensa total del Congreso!

Más allá de adhesiones y rechazos, creemos que la negativa del Congreso de modificar el cronograma electoral de la Constitución será un golpe devastador a la moral de las vanguardias comunistas y bolivarianas que desarrollan la insurrección en contra de la Constitución y el Estado de derecho. No hay adelanto, ni menos constituyente. Y, en la medida que se consolide el sistema constitucional de derecho, el voto antisistema del sur evolucionará en voto conservador, a favor de la ley y el orden. ¿Quién puede apoyar a los atilas que han destruido la economía familiar de varios meses o quizá de todo un año? La destrucción del turismo en el sur, de las campañas navideñas en los mercados emergentes y de los carnavales de febrero, será devastadora para los emergentes sureños.

Si la violencia se prolonga por la resistencia del Estado de derecho y la neutralización del uso constitucional y legítimo de la fuerza pública que desarrolla el progresismo, tarde o temprano las mayorías de las sociedades emergentes terminarán aplastando a las vanguardias comunistas.

Sin embargo, la negativa del Congreso a adelantar las elecciones aumentará el estribillo progresista acerca de que el principal responsable de la crisis está en el Legislativo. Una campaña profundamente goebbeliana, porque pretende esconder el hecho irrefutable de que todas las tragedias y destrucciones provienen del Gobierno de Pedro Castillo. Y también pretende ocultar que Castillo nunca hubiese llegado al poder sin el cuestionable apoyo y papel del progresismo.

Algo más. La campaña comunista y progresista contra el Congreso, igualmente, pretende desconocer que hoy seguimos en democracia y no estamos embarcados en el camino soviético porque, desde el principio, el Legislativo se opuso al camino de la constituyente y aprobó varias leyes que restablecieron el equilibrio de poderes.

En el camino goebbeliano de convertir al Congreso en el origen de los problemas se argumentará que, en las encuestas, el Legislativo registra una aprobación menor al 10%. La pregunta que se lanzará a los vientos será, ¿cómo un Congreso con tan baja aprobación nos puede representar?

A nuestros progresistas debemos recordarle que el mismo argumento de los rechazos masivos a las instituciones fue utilizado por Hitler, Hugo Chávez y todos los déspotas de ayer y de hoy, para aplastar sistemas republicanos. De allí que hace más de dos mil años Platón y Aristóteles dejaron establecido que una república surge para controlar la tiranía de uno y también de muchos. Es decir, de las encuestas, de las mayorías efímeras que invocan los progresistas.

Si Estados Unidos o el Reino Unido se hubiesen allanado a una encuestita que registra el humor pasajero, volátil y circunstancial, de la muchedumbre –a veces financiada por la delincuencia–, no tendrían nada de la grandeza que han legado a la humanidad.

Por todas estas consideraciones y, a pesar de todos los yerros acumulados, la defensa del Congreso hoy representa la defensa del Estado de derecho.