LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Se extiende la guerra sucia
¿Quien gana en una guerra campal de denuncias de cara al 2016?
En su afán de politizar las investigaciones alrededor de las agendas, la señora Nadine Heredia acusó al Apra y al fujimorismo de tener vínculos con el narcotráfico. Sobre la marcha, la respuesta de los aludidos demostró el techo vidrio que tenía el nacionalismo. Los apristas más duchos en este tipo de navajazos recordaron las denuncias contra el capitán “Carlos” –supuestamente Humala- por haber cobrado cupos al narcotráfico en el Alto Huallaga.
Horas antes, Heredia había señalado que el Apra y Alan García estaban detrás de las denuncias de las agendas. Si bien las batallas con el nacionalismo han favorecido largamente al Apra, es hora de entender que un clima de guerra sucia generalizado se convierte en una sombra para la gobernabilidad, la transición hacia el 2016 e, incluso, para el llamado elenco estable (Keiko Fujimori, PPK y Alan García) que encabeza las preferencias electorales. ¿Por qué? La idea de una batalla campal, sin pausas y con armas lícitas y vedadas, crea la percepción de que todos los políticos son iguales. Y eso de ninguna manera es verdad.
Ante los resultados económicos y el deterioro institucional, el nacionalismo es el peor desastre del siglo XXI. En cuanto a investigaciones periodísticas y judiciales contra políticos, las que posiblemente prosperaran en instancias judiciales serán las acusaciones contra Alejandro Toledo y Nadine Heredia. Lo demás debe probarse. De allí que una guerra de todos contra todos, al parecer, esconde esta verdad que se revela en las encuestas, pero que se diluye en los periodicazos.
En medio de este mar encrespado de denuncias, el PCM, Pedro Cateriano, y la mayoría de sus ministros parecen haber optado por la cordura, por el sentido común. Quizá consciente de la gravedad de las denuncias, Cateriano ha señalado que existe una “campaña de demolición” contra Heredia, pero ha precisado que no es su abogado. Más claro no cantan los gallos. Si le sumamos el justo y apropiado silencio de los ministros sobre el tema, entonces, queda claro que en el Gabinete la gobernabilidad es asunto primordial.
En otras palabras, la oposición debería arriar banderas, dejar que las provocaciones de la señora Heredia se las lleve el viento (acaba de ser citada por la fiscalía por las agendas), y buscar la convergencia de todos los actores que siguen apostando por la gobernabilidad y la transición hacia el 2016.
De lo contrario, el país estaría siendo jaloneado por la estrategia que pequeños grupos pretenden desarrollar. La idea de embarrar a todos los políticos intenta crear un clima de irritación tal que la posibilidad del outsider, de la aventura, se asome entre las preferencias.
En el último sondeo de Datum, por ejemplo, el tercero del elenco estable en las preferencias aparecía desgranándose y, sobre la marcha, todos los sueños del posible outsider comenzaron a desplegarse. Por una extraña razón, hasta ahora, el diario encargado de hacerlo no publica los resultados de intención de voto de Ipsos que, al parecer, confirman que el elenco estable sigue firme en las preferencias.
En todo caso, la situación especial del país y la trayectoria de los líderes del elenco estable obliga a no dar puntada sin hilo. Cada vez se vuelven más difíciles los equívocos, al menos hasta la segunda vuelta electoral.
Por Víctor Andrés Ponce
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