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¿Qué hará Vizcarra con su triunfo?

Consecuencias de la victoria en el referéndum

¿Qué hará Vizcarra con su triunfo?
Víctor Andrés Ponce
10 de diciembre del 2018

 

En este portal lo hemos sostenido repetidamente: la fórmula del “sí, sí, sí, no”, que ayer ganó abrumadoramente (85% contra 15%) en el referéndum desinstitucionaliza a la República y pone en peligro los activos institucionales de las últimas dos décadas. Se debilitan las instituciones y se consolida una salida plebiscitaria. El gran ganador de la jornada electoral ha sido el presidente Martín Vizcarra porque, de una u otra manera, ayer hubo un plebiscito en el que los electores votaron a favor o en contra del Gobierno (también se podría hablar de una votación en contra de Keiko y el Legislativo)

Los ciudadanos decidieron castigar al Congreso y a la todavía mayoría legislativa por los impensables errores que acumularon desde el 2016. Al castigar al Legislativo empoderaron a Vizcarra, antes que aprobar reformas constitucionales. Y al hacerlo bastardearon nuestro proceso democrático, que acumula cuatro elecciones sucesivas y avanza hacia una quinta. Y sostenemos que la democracia involuciona porque hoy, en la práctica, solo el Estado puede financiar a los partidos y los medios tradicionales han acrecentado su poder para intervenir en política y apoyar a sus candidatos. Asimismo, hoy seguimos teniendo parlamento unicameral, pero sin reelección congresal, algo insostenible desde la academia y todas las corrientes constitucionales.

Vizcarra lideró un ánimo mayoritario de la población y le funcionó, pero en ese camino empezó a cargarse a la democracia. ¿Una visión apocalíptica? Puede ser, no lo negamos. En cualquier caso, no es usual contemplar una democracia de dos décadas que se deteriora aceleradamente por la irresponsabilidad de una mayoría legislativa que termina entregando el poder de las instituciones. Las salidas plebiscitarias, la idea de que “se gobierna con el pueblo”, que “la democracia reposa en la consulta popular permanente”, aterra a los demócratas no solo por las experiencias chavistas en la región, sino por las grandes tradiciones democráticas de siglos pasados. Cada vez que los gobernantes hablaban de gobernar con el pueblo —desde la Revolución francesa, pasando por la revolución bolchevique, hasta el chavismo latinoamericano—, se decretaron los funerales de las repúblicas.

Si bien la democracia es el resultado de la elección de las mayorías, no puede funcionar con la consulta a las muchedumbres, porque muere a la semana, al año. Así lo indica la historia. La única manera de que persistan las repúblicas es mediante el funcionamiento de las instituciones, que se equilibran y controlan el poder. En cualquier caso, amigo lector, si caemos en visiones apocalípticas, debe ser por la influencia de malas lecturas. Disculpas adelantadas.

Sin embargo, para no ser alarmistas, existe otro posible escenario. Quizá el presidente Vizcarra, consciente de que la popularidad plebiscitaria puede ser como una pompa de jabón (la única popularidad que perdura nace de la gobernabilidad y la trayectoria democrática), se decida por variar el curso y convocar a las instituciones para armar el rompecabezas de la gobernabilidad, y materialice las reformas institucionales y económicas que el Perú necesita para volver a crecer a tasas altas y seguir reduciendo pobreza.

Una decisión de ese tipo lo obligaría a alejarse de los sectores cesaristas, que utilizan facciones judiciales para perseguir a los opositores con el objeto de proteger a otro sector de implicados en el caso Lava Jato. En síntesis, el presidente Vizcarra tendría que entender que, en democracia, la gloria mal habida no paga en el largo plazo. Por el contrario, pasa facturas enormes, de por vida. De allí que la hipótesis de que Vizcarra utilizará su popularidad para hacer un giro y liderar reformas y entendimientos, no es nada descabellada. Sí es así, Vizcarra será elegido casi por unanimidad el 2026. Veremos.

 

Víctor Andrés Ponce
10 de diciembre del 2018

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