Puno: el libre mercado como argumento de seguridad nacional

El derrumbe del sistema soviético, la caída del Muro de Berlín y el desarrollo del mundo moderno en las últimas cuatro décadas han dejado en evidencia incuestionable que sin capitalismo, sin inversión privada y sin libre mercado no hay estrategia de seguridad nacional. El eje soviético se derrumbó por falta de capitalismo, es decir, por la falta de ese proceso permanente de innovación que se organiza en las sociedades de mercado y que repercute en las ciencias y las tecnologías. Hubo incluso un momento en que la Unión Soviética empató a Occidente en tecnologías y ciencias, sin embargo, nadie puede superar la innovación que desata la competencia. Luego vino el derrumbe de la tenebrosa cortina de hierro.

Cuatro décadas atrás los comunistas chinos entendieron que sin capitalismo no había futuro para el gigante asiático y se lanzaron a las cuatro modernizaciones del gran Deng Xiaoping. Más allá de que el capitalismo de Estado chino sea una gran interrogante por la falta de las libertades occidentales, hoy China es una potencia y desafía a los Estados Unidos.

¿Qué tienen que ver estas reflexiones con Puno, con la región altiplánica del Perú? Puno es una de las zonas más pobres del Perú, y se ha convertido en la antinomia del modelo económico peruano que, en tres décadas, triplicó el PBI, redujo la pobreza –del 60% de la población al 20% antes de la pandemia (hoy está en 27.5%)– y engrosó las clases medias como nunca en la historia. En la región altiplánica casi la mitad de la población es pobre y carece de agua potable. El 90% de la economía y la sociedad altiplánica es informal. Puno es la representación neta de una región anticapitalista.

Muy por el contrario, existen regiones de la costa peruana –como Ica, por ejemplo– en las que el 90% de la población ha superado la pobreza y menos del 10% de la ciudadanía padece esta lacra social.

La tragedia de Puno, pues, se explica por falta de formalidad, por falta de capitalismo e inversión. Sin embargo, como en el Perú se ha producido un desarrollo desigual –por el fracaso de los políticos y los gobiernos en la creación de un Estado nacional inclusivo que redistribuya la riqueza que producen los privados en las regiones con más capitalismo–, las narrativas del eje bolivariano pretenden explicar la postración de Puno por “las injusticias del modelo neoliberal”.

Ante esta situación, los demócratas, los peruanos de buena voluntad, tenemos que organizar una respuesta de mediano y largo plazo contra los objetivos del eje bolivariano. Y eso solo pasa por desarrollar el capitalismo en Puno a través de una zona franca general con un régimen tributario especial, que debería ser a través de un impuesto a la renta del 5%, tal como empiezan a plantear sectores puneños. Es evidente que una propuesta de este tipo debe ajustarse con los aportes técnicos en el Ejecutivo, el Congreso y el gobierno regional.

Es hora de demostrar que la única posibilidad de salvar Puno para los puneños y el Perú pasa por desarrollar el libre mercado, promover el capitalismo y multiplicar las inversiones. Si Puno avanza por esa ruta estamos seguros de que todo el eje bolivariano en el sur del continente temblará ante la creación de empleo y de nuevas clases medias. 

El Perú democrático necesita una respuesta ideológica y una contraofensiva nacional contra el secesionismo.