LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Petro desafía al Estado de derecho en Colombia
Desata crisis de gobernabilidad sin precedentes
Al igual que el presidente Pedro Castillo en el Perú, el jefe de Estado de Colombia, Gustavo Petro, se ha propuesto desafiar el Estado de derecho, el sistema constitucional y la vigencia de las instituciones luego de que su propuesta de reforma de salud no prosperara en el Congreso. En el acto, Petro solicitó la renuncia de sus ministros y despachó a siete titulares de carteras, vinculados a la alianza gubernamental en el Congreso, con los Conservadores, Liberales y el llamado partido de la U.
El oficialismo se quedó sin mayoría en el Congreso y Petro –al igual que Castillo– convocó al pueblo, a la movilización popular. Desde el balcón de la Casa Nariño desarrolló un mitin popular y contrapuso al “pueblo” con la Constitución, con el funcionamiento de todas las instituciones. Y para dejar en claro que la cosa iba en serio, horas después Petro y el oficialismo convocaron a una guardia campesina que pretendió amedrentar a los ciudadanos de Bogotá, quienes contemplaban perplejos cómo un jefe de Estado elegido democráticamente, en la práctica, comenzaba a perpetrar un golpe contra el Estado de derecho.
El asunto se puso al rojo incandescente cuando Petro sostuvo que el Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, era uno de sus subordinados, desconociendo el artículo 249 de la Constitución de 1991, que establece la independencia del Fiscal. Barbosa le respondió de manera frontal y declaró la plena independencia de su cargo, e incluso responsabilizó a Petro de cualquier atentando contra su vida y la de su familia.
Una de las cosas más relevantes de la declaración de Barbosa es que sostuvo que él iba a actuar hasta donde le permitía la Constitución, mientras dejaba entrever que el argumento presidencial que invocaba al “pueblo”, un concepto gaseoso e inexistente, era una estratagema dictatorial.
Casi paralelamente los oficiales retirados de las fuerzas armadas de Colombia emitieron sendos pronunciamientos en contra de la movilización de una milicia campesina a las calles de Bogotá, y en Colombia todo asemejó a un polvorín a punto de explotar.
Luego de estos hechos queda en evidencia por qué Petro defendió, como se dice, a capa y espada el golpe de Pedro Castillo, un proceso inconstitucional que comienza a parecerse demasiado a la estratagema de la izquierda marxista en Colombia.
¿Cuál es el futuro de Colombia? Es difícil aventurarse a los pronósticos porque, de una u otra manera, los colombianos están partidos por la mitad frente a la aventura de Petro. Una mitad apoya y la otra rechaza. Sin embargo, el papel de las instituciones y de las fuerzas armadas será determinante. El Fiscal Barbosa, como se dice, acaba de señalar el camino.
Por otro lado, es necesario recordar que las fuerzas armadas de Colombia tienen una tradición anticomunista muy parecida a la de las peruanas, por el tema del terrorismo. Y, finalmente, las calles también están en disputa, tal como sucedió en el Perú.
Colombia, pues, está al rojo vivo y la región se convierte en una gigantesca interrogante.
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