LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿Otra vez la disyuntiva vacancia o cierre del Congreso?
Ahora no se trata del vizcarrismo, sino del comunismo
Como si todas las guerras libradas por el binomio Vizcarra-Sagasti para desinstitucionalizar el sistema republicano se convirtieran en los prolegómenos de la estrategia de Pedro Castillo, Perú Libre y las corrientes comunistas, el Perú aparece ubicado nuevamente en la disyuntiva de vacancia presidencial o cierre del Congreso.
Vale recordar qué sucesos organizaron el frágil equilibrio de poderes del cual se vale hoy Perú Libre para nombrar al Gabinete Bellido y provocar a la abrumadora mayoría nacional, designando ministros con nexos o relaciones con el Movadef y el MRTA. Allí está el referendo que envileció nuestras instituciones y que consagró “una especie de poder constituyente de facto” de Vizcarra y del Ejecutivo. Allí también está el cierre inconstitucional del Congreso en que se invocó la figura de “la denegación fáctica de la confianza” –que no existe en nuestro sistema constitucional– y las batallas de Sagasti para evitar la elección de los seis magistrados del Tribunal Constitucional (TC).
Todos estos hechos consumados por el binomio Vizcarra-Sagasti han derrumbado la fortaleza de las instituciones republicanas y han organizado las posibilidades de la actual ofensiva comunista. Si Castillo y Perú Libre se atreven a nombrar a Guido Bellido como presidente del Consejo de Ministros y varios ministros que solo son activistas de base, no es solo porque pretenden destruir la economía y el capitalismo desde el arranque, sino porque apuntan a que el Congreso niegue la confianza.
Ya se ha dicho hasta la saciedad que de negarse la confianza al gabinete Bellido, el Congreso quedaría entre la espada y la pared. Luego sobrevendría una cuestión de confianza alrededor del proyecto de una asamblea constituyente y todo el sistema republicano podría desmoronarse gracias a la permanente desinstitucionalización que se alentó.
En este contexto, ha trascendido que, en las fuerzas de la oposición, ya se considera la posibilidad de una eventual vacancia porque, según diversas interpretaciones en el hemiciclo, el presidente Castillo ya habría incurrido en la figura de “incapacidad moral permanente” con el nombramiento del Gabinete Bellido. Razones abundan al respecto.
Sin embargo, el gran problema está en el número de votos. Una actitud medianamente prudente aconseja desconfiar de los compromisos con el Partido Morado y Somos Perú, ambos vinculados a las administraciones de Vizcarra y Sagasti y acostumbrados a una cuota en el Estado sin haber ganado elecciones. De allí que la prudencia y la consulta con los viejos políticos sea un camino para encontrar una respuesta adecuada.
En este contexto, no debería descartarse que la mayoría del Congreso se abstenga o extienda la confianza para, simplemente, evitar pisar el palito que han colocado las corrientes comunistas.
Finalmente, los radicales peruanos están cometiendo el yerro que Lenin llamaba “la enfermedad del izquierdismo en el comunismo”. De alguna manera al haber adelantado los cronogramas y mostrar todas sus cartas, los comunistas peruanos están confundiendo gobierno con poder. Tienen el gobierno, pero no el poder que, a pesar de todo, continúa en las instituciones destrozadas, en el Congreso, en la movilización ciudadana y en las fuerzas armadas y policiales del país, que actúan de acuerdo al texto constitucional.
Tanto confunden poder con gobierno que el presidente Castillo creía que podía seguir despachando desde la casa de Breña, al margen de la transparencia y fiscalización de sus reuniones y actos, que le exigen la ley y el país. Al final tuvo que recular.
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