Matices opositores

Competencia electoral no debe llevarnos a olvidar responsabilidad con la libertad.

Dos actores que habían convergido en un humor común para enfrentar el proyecto autoritario nacionalista en los primeros dos años de la administración actual empiezan a mostrar matices que nos indican que el calendario electoral avanza a mayor velocidad.

Alan García demostró mayor efusividad luego de la visita que le hizo el jefe de Gabinete, Pedro Cateriano, e, incluso, se despachó en elogios impensados, mientras que Keiko Fujimori se mantuvo cauta y distante, dejando entrever cierto pesimismo respecto a las gestiones del Primer Ministro. Digamos que hasta allí todo cae en lo previsible. Pero García invocó al fujimorismo a votar a favor del voto de investidura del Gabinete, y los fujimoristas le respondieron con algo de veneno. Finalmente, Jorge del Castillo y Hugo Otero en El Montonero retrucaron.

Es decir, una esgrima que nos hace prever futuros enfrentamientos entre los posibles dos principales animadores de las próximas elecciones nacionales. Es evidente que García busca posicionarse como la opción más viable frente a la roca electoral en que comienza a convertirse el fujimorismo y que le garantizaría su ingreso a una eventual segunda ronda electoral. Quizá en el cambio de humor de García tenga mucho que ver la reunión que sostuvo con Mario Vargas Llosa y el hecho de que Cateriano es considerado alfil vargallosita, pero es evidente que el líder aprista busca imprimir a su liderazgo un matiz diferente y busca transformarse en el único que puede enfrentar al fujimorismo.

No obstante, si el fujimorismo y el aprismo se desmarcan demasiado, sobre todo en cuanto a aproximaciones con respecto al gobierno, estarían arriesgando demasiado. Nadie sostiene que se debe escamotear el voto de investidura al Gabinete Cateriano, afectando la gobernabilidad, sino que, al margen de votaciones congresales, siempre se debe recordar que existe un enorme espacio para inflamar el antifujimorismo y el antiaprismo hasta el límite.

Recordemos que el desaparecido Daniel Urresti intentó explotar estos sentimientos primarios hasta el paroxismo y que la reciente confluencia de la antigua izquierda intenta también sacar una rebanada de estos odios políticos. Si se hincha el universo de este anti voto se podría estar creando el espacio para cualquier aventurero con apellido autoritario.

De allí la importancia de mantener ciertas distancias frente a los efluvios optimistas. Sin el fujimorismo y el aprismo quizá la ahora archivada reelección conyugal habría prosperado ante nuestros ojos, pero la firmeza y necesaria dureza opositora jaló los velos que cubrían los autoritarismos cuando fue necesario.

Algunos sociólogos de izquierda niegan los papeles opositores señalando que el Humala del 2011 no tenía colmillo autoritario. En todo caso, gran debate para los futuros Basadre. Desde aquí creemos que hubo una mayoría política, social y mediática (ahora inexistente) que se opuso con absoluta claridad a un ensayo antidemocrático en el país.

Hasta hoy la oposición ha cumplido con el principal deber al que está obligada en democracia: mantener la pluralidad del sistema. Le toca demostrar esa misma vocación durante el desarrollo del calendario electoral. Los inevitables enfrentamientos de segunda vuelta, que algunos vaticinan entre el fujimorismo y el aprismo, nunca deben permitir que se olvide la enorme responsabilidad con la libertad.

Por Víctor Andrés Ponce
17 – Abr – 2015