La política envilecida

Tendencias a la convergencia y el enfrentamiento

 

A cualquier peruano de buena voluntad la caída del Gabinete Zavala debió haberlo llevado a reflexionar  y a postergar las diferencias. La búsqueda de la convergencia y los entendimientos deberían entonces convertirse en un asunto de primer orden. Un camino diferente era condenar al fracaso al Gobierno del presidente Kuczynski y a una eventual crisis de gobernabilidad, mediante la disyuntiva vacancia y disolución que algunos promovieron con pasión.

De alguna manera el nuevo Gabinete conducido por Mercedes Aráoz se enmarcó en el horizonte de los acuerdos y los acercamientos. Los cambios en Educación, Salud y Justicia señalaban que el Gobierno pepekausa se abría a nuevas alianzas y evitaba el encierro entre las paredes del nacionalismo, la izquierda caviar y los amigos pepekausas.

Los primeros resultados del Gabinete Aráoz se comienzan a percibir: la popularidad del jefe de Estado vuelve a trepar, se establece una nueva relación con la mayoría legislativa y en el sector Educación la muñeca de Idel Vexler hace puré el paro de pasado 25 de octubre (que había convocado el radicalismo magisterial), mientras se afirma la política meritocrática de la escuela pública.

Este clima a favor de las convergencias solo fue alterado por algunas movidas de la izquierda del Gabinete: innecesaria polarización con la Iglesia por el lugar de la misa papal y el consejo inapropiado al presidente Kuczynski de responder por escrito a la comisión Lava Jato del Legislativo. Más allá de estas ondas destructivas de las convergencias no hubo, entonces, más combustible a favor de los enfrentamientos.

Sin embargo la presencia de la llamada izquierda caviar no solo se reduce a las influencias dentro del Ejecutivo y la voluntad de emponzoñar las relaciones Ejecutivo - Legislativo, sino que luego de quince años de haber usufructuado de importantes espacios estatales y de haberse convertido en una especie de establishment, ahora tiene la capacidad de influir en entidades como el Ministerio Público y liderar una coalición de medios que —si bien pierde influencia aceleradamente— todavía es importante en la vida política del país.

En el Ministerio Público se ha establecido el criterio de que las investigaciones preliminares (a falta de acusaciones) pueden durar 36 meses. Y si incluyen a partidos de la oposición, las imputaciones preliminares pueden prolongarse durante toda la campaña electoral, hasta el 2021. Y como para coronar las cosas con un gran despropósito, lo preliminar puede durar toda la campaña electoral con el sambenito de crimen organizado. ¿Los fiscales no perciben que están haciendo política y están envileciendo el espacio público con estas ligerezas? ¿No se dan cuenta de que los partidos de oposición y la mayoría legislativa reaccionarán ante estas situaciones?

A la conducta de ciertos fiscales se suman las campañas de la coalición mediática antifujimorista en contra de los cambios en Educación, Salud y Justicia, porque la izquierda caviar ha perdido demasiado poder en estos ministerios. Las campañas van desde ignorar los logros del sector Educación al desactivar al radicalismo magisterial y afirmar la meritocracia, hasta ofensivas de antipropaganda en contra de los nuevos titulares de Salud y Justicia.

En todo caso, luego del relevo del Gabinete Zavala existe una clara tendencia a la convergencia y los entendimientos, el único camino para impulsar las reformas claves para el país; y otra que promueve el envilecimiento y la judicialización del espacio público sin que existan razones valederas, más allá del frívolo cálculo de mantener una cuota de poder en el Estado.

 

Víctor Andrés Ponce