LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¡La implosión general de la República!
Ejecutivo y Congreso destruyen logros nacionales
La noticia de que un testigo ha señalado que hizo un pago indebido al presidente Vizcarra cuando era gobernador de Moquegua, de una u otra manera, desatará una nueva crisis de gobernabilidad y podría resucitar los viejos enfrentamientos entre el Ejecutivo y el Legislativo. La fotografía del momento nos revela que, desde que se desató la pandemia y el estado de emergencia, la República del Perú no ha cesado de desmoronarse ladrillo por ladrillo.
El Congreso rechazó un proceso de vacancia presidencial, pero enseguida se lanzó a una loca carrera populista. De otro lado, al margen de algunas encuestas, para cualquier observador de buena voluntad es evidente que el jefe de Estado está extremadamente debilitado por los audios del entorno palaciego. Esa debilidad aumentará por las nuevas revelaciones que comienzan a aparecer.
Sin embargo, la conducta de los congresistas solo ha sumado al general debilitamiento de las instituciones republicanas. Las leyes populistas e irresponsables que se aprueban comienzan a convertir al actual Legislativo en uno de los peores de nuestra historia republicana. ¿Cómo se atrevieron a reponer a 14,000 docentes desaprobados para que enseñen en los colegios públicos? Ni siquiera tiene racionalidad en cálculos electorales, porque esta norma desatará una verdadera indignación de la sociedad contra los parlamentarios que ponen a enseñar a maestros reprobados. Igualmente pretenden poner topes a las tasas de interés bancarios, contra lo establecido en la Constitución, y están empeñados en reformar el sistema privado previsional, como si estuviesen facultados a disponer de los fondos individuales de los aportantes, acumulados en décadas. Y si encima le exigen al BCR que financie los huecos fiscales que crean sus leyes, como la de la ONP –tal como sucedía en los ochenta– la pregunta que surge es, ¿cómo hemos llegado a esta situación? Las reformas del Ejecutivo, que impidieron la reelección parlamentaria, han producido uno de los fenómenos políticos más autodestructivos de la historia.
El populismo nació del Ejecutivo y de la creencia del presidente Vizcarra de que se podía gobernar en pandemia con gestos histriónicos para las tribunas. Sin embargo, con las muertes del Covid, el desempleo y la recesión, no hay estrategia informativa que valga. La pandemia y la recesión, pues, se llevaron para siempre todo el capital político del jefe de Estado.
No obstante, las bancadas del Congreso en vez de convertir al Legislativo en una alternativa de gobernabilidad, de solución de la crisis, solo están agravando las cosas. Y lo que parecía imposible de imaginar comienza a suceder: la destrucción del sistema republicano, del modelo económico y social, la liquidación de los sistemas financieros y previsional, ladrillo por ladrillo. No se trata de un ejército de ocupación que destruye una república invadida, sino de la ignorancia y el mal cálculo de un grupo de políticos que aprueba leyes buscando la clientela de la semana, el voto para la siguiente elección.
Cuando el presidente Vizcarra y este Congreso dejen los puestos públicos nos quedará un país en ruinas. Si bien la primera responsabilidad de esta tragedia está en el Ejecutivo, las leyes del Congreso ya igualan o superan los estropicios del Gobierno, porque no solo aumentan el déficit fiscal, sino que hacen añicos la Constitución, destruyen los mercados y ahuyentan inversiones.
En este contexto solo queda apostar por las elecciones generales y que los comicios reorganicen la situación. Sin embargo, ningún candidato parece dispuesto a levantar la crítica contra la ola populista que desata la implosión de la República. Terrible error de cálculo también. Hoy la gente discute que es peor para el país: el Ejecutivo o el Congreso.
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