La estrategia de la alianza

Los movimientos de García y Flores Nano

Luego de algunas evidentes señales, la estrategia de la Alianza Popular que impulsan Alan García y Lourdes Flores Nano, de alguna manera, va desvelando sus secretos: pretenden mostrarse al electorado como la fuerza inmune a la improvisación, como la garantía de predictibilidad, y el hecho de que Flores Nano asista a misa en la Catedral, incluso, revelaría la voluntad de representar algunos criterios de la Iglesia Católica.

Si a esto le agregamos que García es el candidato que menos concesiones ha realizado a los rebotes mediáticos de la izquierda la voluntad aparece clara: representar el humor conservador del electorado nacional. El diagnóstico parece acertado. Veremos si es suficiente para quebrar las resistencias.

La idea de alejarse de la improvisación podría contener energía nuclear. ¿Por qué? Hablar de improvisación, sobre la marcha, remite al desastre del nacionalismo y, de una u otra manera, roza la campaña que desarrolla César Acuña, un candidato que, tarde o temprano, deberá exponer propuestas concretas más allá de razas distintas.  Humala es la catedral del improvisado y si Acuña sigue creciendo en las encuestas estará obligado a proponer, de lo contrario, se estancara y comenzará a desaparecer.

De otro lado, el papel de Flores Nano no solo se limita a convertirse en la lideresa de la batalla en Lima sino que también parece revelar la voluntad de representar los puntos de vista conservadores del Catolicismo. Para todos es sabido los criterios del PPC en temas sensibles para la Iglesia Católica (aborto, matrimonio homosexual y otros).

Sin temor a equivocarse en la primera fase de la campaña, la Alianza Popular parece haber sido la fuerza que mejor lectura y buen diagnóstico ha desarrollado de la mayoría del país. Hoy el electorado, a diferencia de las tres elecciones anteriores post Fujimori, tiene un humor claramente conservador en el sentido de preservar los avances económicos y sociales de los últimos 25 años. Igualmente, el mundo ancho y ajeno del Catolicismo de ayer se ha vuelto más conservador y cerrado debido a los perniciosos ataques de la izquierda a la jerarquía eclesial.

Ahora bien, el mejor diagnóstico no significa la mejor campaña. Allí es donde se definirá las posibilidades de la Alianza Popular de quebrar las resistencias. Si bien García ha demostrado genialidades en este aspecto, ver para creer. La elección del 2016 no se parece en nada a la del 2006. En los comicios de ahora no existe el miedo al vacío que ayudó decisivamente a García a ganarle al entonces Humala chavista, sin grietas ni fisuras democráticas.

Sin embargo ante la hipótesis del avance de Acuña, algunos sectores de la clase media podrían comenzar a alarmarse ante una campaña de miedo. Un candidato que lo compra todo, como se suele decir del chotano, puede pretender comprar la libertad y el balance de poderes, ¿no es verdad? Así son las campañas cuando se elige a un hombre como primer magistrado de una nación.

En un escenario de temor, un sector del electorado que no se identifica con el fujimorismo podría empezar a preguntarse quién es el mejor candidato para detener el avance de Acuña y enfrentar a Keiko Fujimori. Quizá allí estaría la hora precisa para la Alianza Popular y García. No obstante ver para creer.

Por Víctor Andrés Ponce