La disputa por el segundo lugar

Para evitar derrota catastrófica, la izquierda reaviva guerra sucia electoral

Luego de superar el intento de tacha y de mantener una cómoda ventaja en los sondeos de opinión, pese a la feroz campaña en su contra, Luis Castañeda asumió el gesto humilde y ecuménico de quienes se sienten vencedores. Hasta le lanzó un piropo al maltrecho Corredor Azul  de Susana Villarán y prosiguió con sus visitas a los sectores emergentes.  La nueva aproximación de El Mudo contrastó con la cruenta batalla que se desató entre los demás candidatos por el segundo lugar ante la acumulación de errores de la alcaldesa, cuyas resistencias se ampliaban y endurecían.

Una singular encuesta se diferenció de todas las demás (quizá esto de las matemáticas y estadísticas flexibles solo suceda en Perú) y le concedió el segundo lugar a Salvador Heresi, quien, sobre la marcha, afiló cuchillos, solicitando la suspensión del Corredor Azul y retó a un debate a Castañeda y a Villarán dejando de lado a los demás. Heresi ha dejado de bailar y ha comenzado a hacer política utilizando una encuesta. Un punto a su favor.

Sin embargo la política tiene ciertas geografías. Luego del frustrado intento de tacha, de la significativa movilización de Solidaridad Nacional, y del pronunciamiento de Keiko Fujimori y de Alan García contra la triquiñuela que pretendía excluirlo de las elecciones, Castañeda no solo aparece como el candidato de los sectores populares sino que, de una u otra manera, se envuelve en las banderas de la oposición. Los gestos previos a la tacha lo presentan de ese lado. Quizá allí también resida la explicación del porqué las candidaturas fujimoristas y apristas en Lima no levantan vuelo y permanecen por debajo de los 3 puntos de intención de voto. Quizá también allí resida la explicación del porqué el PPC, un partido limeño y mesocrático por historia,  parece condenado a difuminarse ante la avalancha castañedista.

Semejante ubicación de Castañeda, casi por inercia, coloca a Villarán del lado de Palacio y del oficialismo en general. Y, en realidad, la alcaldesa de Lima no tiene otra. Si pretende evitar que un entusiasta corredor le arrebate el segundo lugar solo le resta politizar hasta el extremo las elecciones de Lima.  Es la única manera de esquivar las resistencias que generan los yerros. De lo contrario, si no es Heresi será Fernán Altuve, quien la despoje de la segunda ubicación y acelere su retiro de la política en grande.

Cosas curiosas de estas elecciones limeñas. La coalición centroizquierdista que se aglutinó detrás de la candidatura de Villarán, a diferencia del fujimorismo, del aprismo y del pepecismo, parece haber tenido las cosas bien claras con respecto a la importancia de las elecciones limeñas, no solo ante la posibilidad de reelegir a Susana, sino en cuanto al papel en el 2016. Si Villarán no ganaba, tenía que alcanzar una votación que le permitiera ser una de las candidatas de la centroizquierda en los comicios nacionales. Hoy todos esos objetivos está en peligro y solo la politización electoral puede evitarles la catástrofe.

Quizá por eso en las redes sociales la guerra sucia que estaba concentrada en Castañeda hoy parece focalizarse en la figura atemorizante de Heresi. En todo caso, a tres semanas de las elecciones, el interés y la noticia de estas elecciones capitalinas comienzan a desplazarse alrededor del personaje que obtendrá el segundo lugar. Se avecina, pues, una disputa que puede superar en intensidad a los peores momentos de la guerra sucia contra Castañeda.

Por Víctor Andrés Ponce