¿La derecha en las calles?

El presidente Vizcarra continúa apretando el acelerador de un proyecto plebiscitario que pasa por convertir su figura, su imagen, en la representación de “la lucha contra la corrupción”; incluso por encima de las instituciones establecidas en la Constitución. Si no fuese así, el jefe de Estado habría convertido su soberbio triunfo político con el referéndum en un momento excepcional para la República: en base al respaldo ciudadano habría forzado un pacto nacional para movilizar a las instituciones alrededor de las reformas urgentes que necesita el Perú para consolidar la democracia y relanzar el crecimiento y el proceso de reducción de pobreza.

Vizcarra apoya la no reelección de congresistas, pero se opone a la bicameralidad, no obstante que existen todas las condiciones para superar cualquier impasse. Cree que el referéndum será un plebiscito a favor de su Gobierno y que hará polvo los últimos restos de legitimidad del Congreso. De otro lado, el Gabinete Villanueva, liderado por el titular de Trabajo, Christian Sánchez, ha empezado a convertirse un ariete en contra del clima de inversión y el aporte del sector privado. Todo señala, pues, que la voluntad plebiscitaria de Vizcarra no pasa por concretar reformas, sino por el control de instituciones. Allí está la obsesión gubernamental por controlar el Ministerio Público. Un escenario de este tipo es absolutamente funcional a la estrategia de la izquierda judicial que se propone encarcelar a la oposición política.

Sin embargo, en medio de este sombrío panorama empiezan a suceder cosas extrañas, si consideramos las últimas dos décadas de envilecedora polarización entre fujimoristas versus antifujimoristas. Por ejemplo, la semana pasada las diversas facciones del fujimorismo desarrollaron la mayor movilización de su reciente historia, exigiendo la libertad de sus dirigentes. La prensa tradicional silenció el hecho sin pudor ni vergüenzas, sobre todo considerando que desarrollaron abierta propaganda y transmitieron en directo todas las marchas contra el Legislativo y el fiscal y de la Nación, Pedro Chávarry.

Asimismo, el sábado pasado los padres de familia que integran el movimiento “Con mis hijos no te metas” paralizaron el centro de Lima, como nunca antes había sucedido en la historia. Tres mil autos con globos y colores llamativos tomaron el centro para protestar contra la llamada “ideología de género” que la izquierda promueve en la escuela pública. Para este jueves 15 anuncian posiblemente una de las movilizaciones más grandes de nuestra historia en la Plaza San Martín, y las consignas empiezan a subir de tono en contra del Gobierno de Vizcarra.

Más allá de discrepancias con los rasgos conservadores de estas protestas, las reivindicaciones de los padres de familia tienen un contenido libertario a considerar: la escuela pública no puede “homogeneizar” lo que no es homogéneo en la sociedad, tal como lo pretendían los proyectos de las escuelas comunista y nazi. En la sociedad abierta, la escuela pública no es la formadora de “las colmenas del futuro”. Si hoy son los temas de género, mañana la izquierda planteará, en el currículo escolar, los de la historia (Velasco convertido en héroe) y de la economía.

¿Qué significan todos estos hechos? Quizá ante la evidencia de un proyecto plebiscitario en el Perú, ante la desinstitucionalización de la República y el encarcelamiento político de la oposición, sectores de la derecha comienzan a convertir a las calles en un espacio de acción política. En cualquier caso, en la medida que esa derecha es abiertamente procapitalista y proinversión, sin lugar a dudas ayudará a ordenar de otra manera el escenario político. Veremos.