La democracia desconcertada

Sobre las denuncias de corrupción crecientes y la gobernabilidad democrática.

Las denuncias sobre transferencias bancarias de Venezuela, tarjetas de crédito y compras suntuosas que se acumulan contra Nadine Heredia han desatado rumores y diversas especulaciones, incluso, algunas de ellas señalan que una crisis de gobernabilidad está a la vuelta de la esquina, con salida autoritaria incluida. Una versión señala que Ollanta Humala habría convocado a los comandantes generales del Ejército este viernes a Palacio para tomarse una vista y “meter miedo a quienes pretenden sobrepasarse en las denuncias”.

Los rumores merecen algunas reflexiones. Ante todo se debe recordar que la democracia peruana avanza hacia el cuarto proceso electoral sin interrupciones, un hecho sin precedentes si consideramos que, en el siglo pasado (exceptuando la llamada República Aristocrática), el Perú parecía condenado a una década de democracia seguida de otra de dictadura. De alguna manera, la situación de la llamada pareja presidencial le plantea a los demócratas que han luchado contra la reelección conyugal una paradoja: mantener a toda costa la administración de Humala hasta el cambio de gobierno.

Difícil tragarse el sapo de uno de los peores regímenes de las últimas décadas, sin embargo para los políticos democráticos no hay otra opción. Claro que hay cosas que no se pueden defender. Con una libertad de prensa vigorosa, los destapes se suceden en minutos y cualquier cosa puede suceder.

No obstante, habría que analizar  las posibilidades de un desenlace autoritario. Humala carece de respaldo popular y seguirá hundiéndose en la desaprobación, ¿cómo se puede pensar en juegos autoritarios? O, ¿quizá una movida militar? También suena a locura, a suicidio, sobre todo, recordando que el Perú es uno de los pocos países de América Latina donde se ha enrejado a generales de cuatro y tres estrellas por sus vínculos con el autoritarismo y la corrupción.

Con más denuncias sobre tarjetas visa y transferencias bancarias contra las alturas palaciegas, ¿por dónde entonces vendría una amenaza a la gobernabilidad? Quizá por el desmadre social que pretende organizar el radicalismo anti minero contra los principales proyectos mineros, principalmente, en el sur del Perú. No solo está la agenda del ecologismo radical sino también las estrategias electorales de decenas de caudillos que se empatan con los relatos antimineros. Sin embargo la existencia de un calendario electoral que ya se puso en marcha crea las válvulas de escape necesarias para liberar la energía de los conflictos que se organizan.

Paradojas ineludibles para los demócratas. Mantener a uno de los gobiernos más sombríos y a un jefe de Estado (una pareja presidencial) que nos evoca todas las faltas de alturas, puede convertirse en un imperativo para mantener las libertades políticas y económicas. En este caso, los más interesados deberían ser los grupos opositores que tienen posibilidades el 2016. Una transición correcta y un calendario electoral impecable es el mejor activo con que debería empezar el nuevo gobierno.

Siempre es bueno recordar que la mejor institucionalidad democrática es aquella que ha alcanzado la longevidad. Cuatro procesos electorales continuos son todavía una adolescencia frágil, aunque superior ante la perpetua infancia de nuestras instituciones. A diferencia de los organismos biológicos, la libertad se hace más fuerte con la vejez.

Por Víctor Andrés Ponce

03 – Jun – 2015