La centro derecha y la política de masas

A nuestro entender es incuestionable que la llamada “República caviar”, que comenzó a levantarse luego de la caída del fujimorato –a inicios del nuevo siglo– está llegando a su fin, ya sea por las fuerzas que vienen desde la izquierda o desde la derecha. Las políticas y las prácticas de esta forma de hacer política –es decir, gobernar y controlar las instituciones del Estado, sin organizar partidos ni ganar elecciones– fueron posibles porque se mantuvo la polaridad fujimorismo versus antifujimorismo.

Hoy esa polaridad puede llevar al poder al marxismo más ortodoxo, y los amigos caviares consideran que podrán domeñar una eventual presidencia de Pedro Castillo de las oleadas callejeras que ellos mismo alentaron. La vanidad siempre fue uno de los pecados capitales y una de las causas de los mayores yerros en la política.

Sin embargo, la posibilidad de una administración colectivista que amenaza las libertades y la propiedad de los peruanos ha desatado un fenómeno inédito en América Latina: ha lanzado a una multitud de ciudadanos a las calles a defender la Constitución y las libertades. A diferencia de lo acaecido en Chile o de lo que sucede en Colombia, las calles han sido tomadas masivamente por la centro derecha.

La reunión de más de medio millón de peruanos en la Avenida de la Peruanidad, el sábado pasado, es un enorme campanazo. ¿Qué puede suceder ante la eventualidad de que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) se niegue a contrastar las actas cuestionadas con los padrones electorales y decida proclamar al movimiento del lápiz? ¿Amainará la movilización de la centro derecha? Dependerá de la madurez de los nuevos y viejos líderes que se reunieron el sábado pasado en dos masivos mítines.

Es incuestionable que la gente no se reúne ni marcha por un candidato sino porque existe una amenaza mayor: la amenaza de un gobierno comunista que convoque a una constituyente y colectivice la economía. Ese solo hecho cambia la naturaleza de la política que conocíamos hasta ahora. No hay campaña electoral sino una intensa decisión ideológica de defender las libertades. De allí que es importante que los nuevos y viejos líderes entiendan que no son los imanes de esta gesta que parece comenzar.

A pesar de las redes sociales y la revolución de las telecomunicaciones, las concentraciones de la centro derecha comienzan a parecerse a los mítines convocados por Víctor Raúl Haya de la Torre y Fernando Belaunde, en el sentido de que –más allá de una estrategia electoral– había una imagen de Perú, una idea de país. Y de alguna manera eso es lo que empieza a suceder. El anticomunismo que se levanta es el inicio de una idea de Perú en libertad.

Por todas estas consideraciones lo peor que pueden hacer los líderes nuevos y viejos de la centro derecha es tratar estas movilizaciones como actos de campaña electoral. Terrible y devastador error.

Es urgente que se entienda que las redes sociales y las telecomunicaciones deben mezclarse con las tradiciones clásicas de la política: ideología, programa y organización. Si la centro derecha no lanza un ideario para organizar las movilizaciones masivas y no construye una teoría organizativa para un frente amplio desde los distritos, entonces nada será posible. La inmensa multitud no se organizará, y continuarán las capillas del siglo pasado y sus políticos vanidosos que, antes que hombres de la industria pública, parecen pintores y artistas. Es decir, llenos de caprichos individuales que se convierten en pequeñeces ante la demanda de grandeza del momento.

Si eso sucede el comunismo habrá ganado.