La CADE y el ministro

Sobre las críticas de Cillóniz al MEF

Cuando Fernando Cillóniz, Gobernador de Ica, criticó con dureza extrema al ministro de Economía, Alonso Segura, quizá no imaginó que su firmeza iba a recibir una verdadera ovación del auditorio de la última CADE. Los aplausos se multiplicaron hasta crear un sonido que se impuso. ¿De cuándo acá, en el foro empresarial por excelencia, se las cargan en contra del titular del MEF?

Pero no solo fueron críticas sino un verdadero diagnóstico sobre la desaceleración de la economía. Cillóniz dijo que el MEF es el principal responsable del frenazo y que los males no venían de China ni del descenso de los precios de los metales. Una verdadera autopsia de la desaceleración en pocas palabras, que debe haber ardido no solo en el gobierno sino en todos los sectores donde se suele dorar la píldora del grave problema.

Como empresario agrícola exitoso que suele impulsar proyectos de sol a sol, Cillóniz, ya en la gobernación regional, se siente impotente ante la indolencia estatal que le coloca todas las aduanas habidas y por haber ante un proyecto con aporte privado que podría resolver el problema hídrico de Ica y favorecer el desarrollo de Huancavelica.

Pero no solo se trata del drama de la región de Ica. El propio alcalde de Lima, Luis Castañeda, tuvo que pechar frontalmente a Segura para que el hombre se ablandara y diera su “bendición” a los corredores viales para reformar el tránsito limeño.

El nutrido aplauso del auditorio de la CADE a los fuetazos de Cillóniz es una imagen poderosa de las actuales relaciones entre los empresarios y el gobierno nacionalista. Si recordamos que, en los últimos 25 años, los vínculos entre la tecnocracia del MEF y los sectores privados siempre se caracterizaron por la colaboración y la convergencia de objetivos, es evidente que la reacción del auditorio de la CADE nos indica que algunas cosas han cambiado radicalmente.

Desde que en los noventa se demolieron el estado populista y los proteccionismos, el Perú avanzó a convertirse en una de las economías más abiertas de la región. Sin embargo el hecho de que esas reformas económicas no se desarrollaran al lado de una reforma política y cultural paralela, permitió que los viejos sentidos comunes estatistas permanecieran intactos. En ese contexto, el empresario, el privado, siempre era un sujeto del que se debía desconfiar y, por lo tanto, regularse en lo posible.

A la sombra de ese humor ideológico, en las administraciones de Toledo, García y Humala, la economía más abierta de la región se transformó en una de las más sobrerreguladas. El ministro, el funcionario y el oficinista encontraron la manera de sumar trámites y procedimientos para ajustarle “las clavijas al privado”. Y, de pronto, la libertad económica ya no tenía ningún valor.

Tal como también lo ha señalado Cillóniz, por ejemplo, el Ministerio del Ambiente se transformó en una verdadera muralla de trámites en contra de la inversión porque el minero “era un potencial depredador del medio ambiente”. Y bueno las inversiones se fueron paralizando una tras otra ante la tramitología que, durante el gobierno nacionalista y la gestión de Segura, llegó a niveles de paroxismo.

Los intensos aplausos de la CADE nos señalan entonces que los sectores privados no están temerosos con el descenso de los precios de los commodities en el planeta sino, principalmente, con las sobrerregulaciones y los Segura que, gracias a Dios, se van en unos meses.

Por: Víctor Andrés Ponce