La asamblea constituyente y el regreso de la política plebeya

Perú Libre, el fin de semana pasado, ensayó su primera movilización nacional en contra del Congreso. Considerando que utilizó todo el aparato estatal, la movilización contra el supuesto “Legislativo golpista” fue un tremendo fracaso. Pero semejante movilización solo es la punta del iceberg de una estrategia que Perú Libre y el Movadef desarrollan a nivel nacional para organizar una oposición radical antisistema que, en un determinado momento, logre forzar la convocatoria de una constituyente.

Perú Libre está convocando frenéticamente a reuniones partidarias regionales en las que se elaboran estrategias sociales que buscan unificar a determinados sectores en contra del “modelo neoliberal”. En ese camino, el Congreso comienza a ser identificado como la muralla contra la constituyente, y como la última defensa de la Constitución y la economía neoliberal.

A nuestro entender, todos los actos de los radicalismos promovidos por Perú Libre y el Movadef apuntarán a demonizar al Congreso como el responsable de todos los males, no obstante el desmadre, el desgobierno nacional y la implosión del Estado causados por el Gobierno de Pedro Castillo. Uno de los peores gobiernos de la historia republicana, entonces, utilizará todo el software progresista que se armó durante la administración Vizcarra para el cierre inconstitucional del Congreso.

Ante semejante situación las fuerzas democráticas y republicanas deben entender que frente a la estrategia de organizar soviets (de Perú Libre y el Movadef) para cerrar el Congreso, no pueden seguir haciendo la misma política que se practicó en las últimas dos décadas: se abandonó cualquier criterio plebeyo y la política se redujo a un candidato presidencial, los políticos solo fueron los amigos y cercanos del postulante y, finalmente, todo terminó en una estrategia de financiamiento de la campaña.

Hoy todos los políticos participan de esos criterios no plebeyos de la política. De allí que cualquiera se crea con derechos y posibilidades de candidatear a la presidencia.

Ante la amenaza comunista, de alguna manera, todos los actores están obligados a recuperar los viejos criterios de la política plebeya, en la que los movimientos y líderes políticos se proponían organizar a la sociedad desde abajo hacia arriba y crear una organización política con vida propia. El Apra fue el gran ejemplo de ese proceso. Pero algo de esa lógica también estuvo presente en Acción Popular, en el PPC y en las izquierdas previas a Izquierda Unida.

Sin política plebeya, entonces, no será posible detener a la constituyente y al comunismo. Por ejemplo, Perú Libre acaba de realizar una reunión partidaria en Ica, y uno de los objetivos es organizar un frente de defensa de los trabajadores. Ante esta situación, los defensores de la libertad –a través de la Cámara de Comercio de Ica, las universidades, los gremios empresariales y los trabajadores– deben organizar un frente de desarrollo para Ica que convoque a la mayoría de la población y reduzca a una simple secta la estrategia comunista.

En cada región y provincia deberían multiplicarse los frentes de desarrollo para derrotar a las estrategias radicales. De Tocqueville, en Democracia en América, sostiene que una de las fortalezas de la república de Estados Unidos era la impresionante organización de la sociedad de abajo hacia arriba. Hoy vale sostener que la única posibilidad de detener la estrategia de los soviets es la organización de las mayorías de abajo hacia arriba.

Una política plebeya obliga a revalorar el papel de la organización política, a relanzar los programas, ideologías y las estrategias culturales. Finalmente, obliga a entender que las elecciones son una parte importante de la política, pero solo una parte.