LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Gabinete gris en primavera
No se incorporó a corrientes más amplias del país
El presidente Francisco Sagasti perdió una gran oportunidad de enviar una señal poderosa de reconciliación nacional a través del nombramiento de un Gabinete de ancha base. El nuevo Consejo de Ministros más bien parece uno confeccionado en los exclusivos predios de la izquierda. Si bien todo dependerá de cómo actúe el nuevo equipo ministerial, se perdió el momento de una instantánea que reflejara una nueva voluntad en el Ejecutivo.
Hasta hoy el presidente Sagasti inspira confianza por su trayectoria académica y profesional. Pero parece atrapado por fuerzas que le impiden hacer lo que aconseja la sabiduría política para acabar con la guerra política que ha comenzado a destruir el sistema político, institucional, económico y social.
Ahora bien, la presidencia del Consejo de Ministros en manos de la señora Violeta Bermúdez, abogada y constitucionalista, revela que las personalidades voceadas y conocidas no aceptaron el encargo. En otras palabras, todo indica que hubo crisis y problemas para conformar el Gabinete.
De otro lado, la cartera de Economía ha sido encargada al economista Waldo Mendoza, quien se ha desempeñado como presidente del Consejo Fiscal. Si bien está vinculado a posiciones de izquierda, en los últimos tiempos ha demostrado una obsesión con el aumento del déficit fiscal y de la deuda pública. Ojalá que exista mano dura con respecto al incremento del gasto y el endeudamiento. Sin embargo, el propio jefe de Estado ha señalado que el déficit presupuestal para el próximo año es del orden de los S/ 30,000 millones y que se necesita endeudamiento público para financiar el hueco. ¿Acaso Waldo Mendoza está en la mencionada cartera para financiar el déficit –con emisión de bonos– a través de una reforma del sistema privado de pensiones que empieza a ser descuartizado por las bancadas populistas del Congreso? Veremos. En cualquier caso, la feroz disputa populista entre la pasada administración Vizcarra y el Congreso, durante la pandemia y la emergencia, ha dejado al sistema privado de pensiones con heridas de gravedad extrema. El Ejecutivo tiene la palabra.
Pero lo que le otorga el apellido de izquierda al Gabinete es la presencia de Ricardo Cuenca en el Ministerio de Educación. Las guerras ideológicas alrededor de los temas de género recrudecerán, y la llamada reforma educativa que empodera al Estado y reduce el papel de la sociedad en la escuela pública se profundizará.
No es el Gabinete que el Perú necesita para el difícil momento que atraviesa el país, pero tampoco es un equipo que genere grandes interrogantes. Sin lugar a dudas, se puede señalar que el Gabinete Bermúdez es una selección apropiada en los predios de izquierda y las corrientes progresistas del país.
Cualquier observador se preguntará cómo así este sector del país, que nunca ha ganado una elección con un partido y un programa propio, hoy controla el Ejecutivo de la República. La respuesta es simple: los partidos que ganaron las elecciones del 2016 y los grupos que llegaron al actual Congreso han cometido todos los yerros habidos y por haber frente a las corrientes progresistas, que no suelen formar partidos para competir democráticamente.
No solo está surgiendo una democracia plebiscitaria, en la que el gobierno se ejerce al margen de las instituciones elegidas por sufragio, sino que los partidos han llegado al límite de la incompetencia. Las marchas juveniles de los últimos días revelan que es hora de que los partidos actuales alisten maletas y se retiren del espacio público para que surjan nuevas agrupaciones que logren superar la grave crisis de representatividad que casi nos lleva a tener un jefe de Estado de ideología comunista.
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